Pensé en salir al patio para guardar la caja de Ivi en mi
escondite. Antes de hacerlo, saqué una tarjeta y leí.
Un campeón no se separa de sus padres o hermanos al atravesar por momentos
difíciles. Al contrario, confía en ellos y busca la unión.
Si tomas un lápiz de madera y lo flexionas, podrás romperlo con facilidad. Si tomas
dos lápices juntos y los doblas, te costará más trabajo quebrarlos, pero si tomas
varios y tuerces el manojo, nunca podrás partirlo.
Es una ley natural: cuando las familias se desunen, cualquier ataque exterior hace
destrozos, pero si están enlazadas, nada puede dañarlas.
Tú debes provocar la unión que dará fortaleza a todos. ¿Cómo? Tenle confianza a
tus padres y hermanos. Compárteles tus preocupaciones y convive mucho con
ellos. No permitas que cada uno ande por su lado o que un miembro de tu casa
atraviese solo los momentos de tormenta.
Las familias existen para que los integrantes se apoyen en amor; pero los necios,
destruyen sus hogares y prefieren ir por la vida en soledad, corrompiéndose,
llorando y lamentándose. No cometas ese error.
Grábalo en tu memoria: Un campeón siempre está unido a su familia.
Quise experimentar lo que habla leído. Tomé un lápiz con las
dos manos y lo rompí. Luego tomé muchos y traté de partirlos. No
pude. Era verdad.
Salí al jardín y guardé la caja de Ivi en el rincón detrás de las
plantas.
Al poco rato llegaron mis padres. Les platiqué todo lo que
ocurrió en el día. Se mostraron preocupados, pero agradecieron mi
confianza y me abrazaron.
-Tranquilízate -dijo papá -. Estamos contigo. No te pasará nada.
Cuando los guardias tocaron a la puerta para llevarme a
d eclarar, papá y mamá se opusieron:
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