mi marido y disparó. La pisto la no tenía balas, pero oímos el ruido
del gatillo. Fue un susto terrible. A mi esposo comenzó a dolerle el
pecho de inmediato. El ladrón se subió a su carro con nuestras
cosas.
¡Iba riéndose!
-¿Había más personas en el auto?
-Si. Una -y agregó después -: creo...
El policía volteó alrededor y se dirigió a los que estábamos
cerca.
-¿Quién de ustedes sabe algo que pueda ayudamos?
Las manos me sudaban por el nerviosismo.
-¡Yo! -dije con voz fuerte.
Todos voltearon a verme. El policía me reconoció.
-¡Felipe! ¿Sabes qué ocurrió?
-Sí. Venía caminando detrás. Vi el coche que dio la vuelta en
esa esquina. Sé quiénes asaltaron a los señores y cómo
localizarlos.
-¿Estás seguro?
-¡Absolutamente!
Esa tarde, di todos los datos a la policía.
-Debes quedarte en tu casa -me advirtieron -. Vamos a detener
a las personas que señalaste como responsables del robo y luego
vendremos por ti para que nos acompañes a identificarlas. La
anciana y tú tienen que declarar.
Me encerré en mi cuarto lleno de temor.
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