16. Un campeón está unido a su familia
El auto del señor Izquierdo pasó muy despacio junto a mí. Por
fortuna, sus ocupantes no me descubrieron, ni vieron la caja de Ivi.
Se alejaron y dieron vuelta en la esquina.
Permanecí varios minutos escondido, luego bajé del árbol y
recuperé la caja. La avenida estaba solitaria. Caminé. Llegué a la
esquina pero, al dar la vuelta por la calle angosta, encontré algo
terrible: Una anciana gritaba y lloraba, abrazando a su esposo que
se hallaba en el suelo.
-¡Ayúdenme! –decía -. ¡Nos asaltaron! Eran dos tipos en un
coche negro. A mi marido le ha dado un ataque al corazón. ¡Alguien
que llame a la ambulancia!
El viejito estaba tirado de espaldas.
Corrí de regreso a la avenida principal e hice señales a los
coches que pasaban para que se detuvieran. Al fin, una mujer se
orilló.
-Venga, por favor -le dije -. Hay una emergencia en esa calle.
La mujer llamó por su teléfono celular y al poco tiempo llegó
una patrulla. ¡La misma que me había llevado a mi casa la tarde
anterior, conducida por el comandante que me dejó su tarjeta! La
ambulancia arribó poco después. Vi cómo los paramédicos
atendían al hombre infartado y escuché la versión de la anciana
que dijo llorando:
-Íbamos caminando por la acera, cuando un automóvil se
detuvo a nuestro lado. Quisimos acelerar el paso, pero mi esposo y
yo estamos viejos; no podemos correr. Un hombre se bajó del
coche y vino hacia nosotros. Nos apuntó con un pistola. Le dimos el
bolso y la cartera. El tipo, entonces, acercó el arma a la cabeza de
80