Ese hombre no podía tener problemas económicos. Lobelo
siempre cargaba fajos de billetes. ¿Mi padre sabía lo que estaba
haciendo?
Llegamos al laboratorio. Dos enfermeras se encontraban ya
preparadas con sendas jeringas. Primero les sacaron sangre a mis
padres. Luego nos invitaron a sentamos al señor Izquierdo y a mí.
La enfermera puso una liga en mi antebrazo. Respiré hondo antes
de recibir el piquete.
Me controlé y observé la jeringa llenarse con mi sangre. Esta
vez no sentí náuseas ni mareo. En el liquido rojo que salía de mi
brazo, detecté poco movimiento, como si los monstruos se
hubiesen debilitado y mis soldados buenos se estuviesen
fortaleciendo.
Terminaron el procedimiento. La enfermera sacó la aguja, puso
un algodón y me hizo doblar el brazo. Otra señorita extraía sangre
al padrastro de Lobelo. Lo que vi me dejó agarrotado por el terror.
Mi alucinación se convirtió en mareo y en ganas de vomitar. Fue la
escena más infernal que he observado: En la sangre del señor
Izquierdo seres monstruosos con cara de demonios y cola de
dragón se apretaban unos a otros, destrozándose entre sí. Un
espectáculo de tinieblas. El señor Izquierdo era un hombre malo.
Profundamente malo. Vi su sangre negra y corrompida, luego lo
miré a él: Me observaba con ojos muy fijos.
La angustia me invadió. ¿Y si ese hombre tenía una médula
ósea compatible con la de mi hermano? ¿Le pasarían a Riky esa
fábrica de sangre llena de demonios?
-No... -murmuré poniéndome de pie para salir de ahí.
Por favor; revisa la guía de estudio en la pagina 164, antes
de continuar la lectura del siguiente capítulo.
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