SANGRE DE CAMPEÓN Sangre de campeón | Page 45

-¡Pero son casi las dos de la mañana! Quédate a dormir aquí. Te conseguiré cobijas. Entonces la miré: Era una joven de dieciséis o diecisiete años, vestida con zapatos tenis y ropa deportiva. Tenía ojos cafés y cabello castaño brillante. Usaba un fuerte perfume. Murmuré en voz baja: -¿Eres la sobrina del conserje? Todos en la escuela hablan de ti, pero como nunca sales... dicen que... –titubeé -, dicen que... eres fea y jorobada. Sonrió. -Algunos niños son muy crueles –comentó -. En fin. Oi tus gritos y me desperté. Por suerte conozco muy bien ese sótano. He bajado varias veces -hizo una pausa; después preguntó -: ¿Qué hacías allá adentro? Sentí vergüenza y comencé a decir mentiras: -Me gusta explorar. Entré al sótano buscando aventuras. De seguro, el conserje, es decir, tu tío, vio la tapa abierta y cerró sin darse cuenta de que yo estaba adentro. -¡Oh! –exclamó -. ¿Y qué te pasó en la oreja? -Ah, no es nada. Me rasguñé escalando una montaña. Ella negó con la cabeza. Sin duda detectó la falsedad de mis palabras. -Hace poco leí -relató con tono maternal -, que en una tribu se ponía a prueba a los jóvenes para medir su valor. A un chico le pidieron que se internara en la selva, buscara un león, una serpiente y un elefante; se acercara a cada uno y los tocara. El joven partió. A las pocas horas encontró al león, después a la serpiente. Arriesgando su vida, tocó a ambos animales. Buscó al 45