SANGRE DE CAMPEÓN Sangre de campeón | Page 46

elefante, pero no halló ninguno. Varios días después, desfalleciendo de hambre, regresó a la aldea. Todos lo rodearon para escuchar su informe. Él sólo tenía que decir “Logré lo que me pidieron”, sin embargo, dijo la verdad: “Lo siento, no pude encontrar a ningún elefante.” Entonces, para su sorpresa, lo levantaron en hombros y le aplaudieron. “Eres una persona de gran valor” -le dijeron -, “no hay ningún elefante cerca porque ahuyentamos a todos; pudiste mentirnos, pero la prueba para demostrar tu valor era decir la verdad.” Piensa en esa historia, Felipe. La fortaleza real de alguien, se mide por su capacidad para resistir a la tentación de mentir, aunque “la verdad” lo avergüence o no le convenga. -Yo... yo... –titubeé -. Soy un aventurero.... Por eso estaba en ese sótano... -¿En serio? Apreté los dientes, abochornado. -Tienes razón... Estoy mintiendo... Perdóname... Sentí un nudo en la garganta y, después de unos minutos, comencé a platicarle todo. Le hablé de mi familia, de Lobelo, del trampolín, de la fiesta y de mis alucinaciones cada vez que miraba sangre. Ella me contestó con ternura: -Tienes un don muy extraño. Puedes ver la esencia de las personas en la sangre, pero los demás podemos verla en los ojos; son como las ventanas del alma. Supe que mentías porque te miré a los ojos. También sé que eres un niño muy noble porque lo veo en tu mirada. Sentí una especie de cariño espontáneo hacia esa hermosa joven. La miré de frente y le seguí el juego. -¿Qué más ves en mis ojos? 46