SANGRE DE CAMPEÓN Sangre de campeón | Page 33

negro. Mi esquelético cachorro trató de defenderme, pero la fiera negra lo descuartizó y se abalanzó hacia mí para atacarme. Desperté bañado en sudor. Apreté un botón de mi reloj de pulsera y la lucecita azul me dejó ver la hora: La una y media de la mañana. Las heridas me dolían. Me puse de pie y vi la figura de un hombre. El intruso se acercó a mi. Era mi padre. -¡Felipe! -dijo asombrado -. ¿Qué haces despierto a esta hora? ¡Vestido, con zapatos! Ven acá. ¡Hueles a licor! Pensé que iba a regañarme, pero me equivoqué. -¡Dios mío! –exclamó -. ¿Qué te pasó en la oreja? -Soy un tonto –respondí -. Lobelo me invitó a una fiesta. Cuando llegué, soltó a un perro para que me mordiera. Todos los niños se rieron de mí. Me oriné. Tengo mucha vergüenza. Nada me sale bien. -¿Fuiste a una fiesta? ¿Con qué permiso? -salió de la habitación gritando -. ¡Carmela! Mi padre habló con la nana. Ella hizo muchas exclamaciones y aseguró que yo era un travieso y desobediente. Papá se enfadó aún más. Siguieron discutiendo. Me tapé los oídos. Después de un rato volvió. -Déjame ver tus heridas. Me recosté. -¡Increíble! -comentó después con mortificación -. ¡Mira nada más! Estás lleno de mordeduras. ¿Cómo se atrevieron a hacerte esto? Ese perro pudo matarte. En cuanto amanezca, iré a casa de Lobelo para reclamarle. -No lo hagas –contesté -. Soy un burro, cabeza dura. ¡Merezco todo lo malo que me pasa! Yo ocasioné que mi hermano se cayera 33