soldados. Podía sentirlo, porque me invadían el coraje, la tristeza,
el rencor, el odio, y el temor.
Hice un esfuerzo, terminé de lavarme y coloqué antiséptico en
mis heridas. Después, me puse el pantalón húmedo para salir del
baño dispuesto a correr hasta la calle.
En el garaje habían puesto música y algunos muchachos
bailaban. Lobelo se me interpuso.
-Perdóname brother. Nunca creí que el perro te atacara de a de
veras. Olvidemos los malos ratos y terminemos el día en paz. Ven.
Me abrazó por la espalda y me condujo hasta una mesa en la
que varios muchachos contaban chistes. Me recibieron con
amabilidad. Todos estaban un poco apenados por lo que me había
pasado. Me ofrecieron una deliciosa bebida dulce. A los primeros
tragos, sentí que mi cuerpo se revitalizaba.
Sabia que debía alejarme de ahí, pero me faltaba carácter.
Estaba muy mareado.
Algunos de mis compañeros de doce y trece años fumaban. En
el centro del rectángulo dos muchachas interpretaban un baile sexy.
Después, una chica me sacó a bailar y yo acepté. Me ofreció un
cigarrillo e intenté fumar. No pude. Seguí tomando la bebida dulce
que todos tomaban.
En pleno baile, perdí el equilibrio y caí al suelo.
Oí que alguien dijo:
-Felipe está borracho.
No recuerdo qué pasó después. Me llevaron a mi casa a
medianoche. Hallaron la llave de la puerta en mi pantalón y me
dejaron tirado en la sala. Tuve pesadillas: Soñé que tenía como
mascota un perrito blanco que me acompañaba a todas partes;
pero estaba flaco y enfermo. íbamos caminando por la calle,
cuando apareció Lobelo frente a mí. Llevaba a su enorme perro
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