SAN PABLO DE LA CRUZ "MAESTRO DE LA MUERTE MISTICA" Padre Antonio Maria Artola | Page 31
en el corazón, ¡oh que dulce morir! (MM, IV).
Este estado de mutua posesión y entrega amorosa no tiene temor al
alma acerca de la tentación del miedo y del desánimo, parecidos a los
futuro: «Alejaré de mí todo loco temor que pudiera hacerme
pusilánime en su santo servicio; con esta sola máxima de que, siendo
que Jesús vivió en Getsemaní: Señor, con solo pensar en ello se
fuerte y fiel en Dios, él siempre será mío» (MM, VII).
Nada extraña, por ello, si al comienzo del tratado el santo advierte al
horroriza, tiembla y se desalienta la humanidad, pero el espíritu
según Vos lo ordenáis está ya pronto para alcanzarla con la inefable
6. La ofrenda de la pura y desnuda voluntad en la obediencia.
certeza de que si Vos lo queréis, no faltara vuestro auxilio para
La dimensión espiritual del hombre donde se verifica esta mística
lograrla: ¡Jesús mío! Me pedís demasiado en una cosa (MM,
muerte es lo que san Pablo de la Cruz llama «la pura y desnuda voluntad»:
Le brindaré siempre el don de la pura y desnuda voluntad mía,
Exordio).
Es una muerte preparada por mil pequeñas muertes parciales previas:
¡muerte para mí demasiado dura pero suave, porque antes de morir debo
ofreciéndole a Él mismo un alma crucificada y muerta, a Jesús
crucificado y muerto, puesto que a Él así le place (MM, p. 310).
someterme a mil muertes! (MM, Exordio).
Hay un concepto que para san Pablo de Cruz resume toda su doctrina
Pero no es otra cosa, sino la muerte misma de Cristo en la Cruz,
sobre la Muerte Mística: la obediencia. Pero no la obediencia materializada
revivida en un alma generosamente se ofrece a revivirla en sí misma:
queréis que muera con Vos sobre la Cruz, de una muerte mística
en los actos concretos de aceptación de la voluntad del superior sino la
obediencia suprema de sumisión y aceptación de los quereres totales de
(MM, Exordio).
Dios: una sola cosa exige Dios de mí, pero se precisan muchísimas más
El termino final de esta existencia en muerte, no es la destrucción, el
aniquilamiento del propio yo. Todo esto no es sino un medio para llegar a
para alcanzarla y llegar a ella. ¡Oh Dios, que violencia! ¡Es necesario
la más perfecta unión de amor con Dios. San Pablo de la Cruz habla aquí
Morir y Obedecer. Quiero resolverme a morir por obediencia! ¡Bendita
Obediencia! (MM, II).
del corazón que se convierte en «morada de Jesús», y de una entrega de
Esta hermosa doctrina de san Pablo de la Cruz acerca de la Muerte
la misma: solo a Él, a fin de que sea su dueño absoluto para habitar
allí a su gusto y poner en él lo que le plazca (MM, IX).
Mística consiste en la negación de la propia voluntad, aceptando en su
lugar, el querer total y omnímodo de Dios; tiene en él una base de tipo
Se diría que estamos en la perspectiva del Apocalipsis 3, 20: «Si alguien
teológico referente al acto mismo de la sumisión de la criatura al querer
escucha mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él
conmigo». En efecto, a partir de este momento, hay una mutua posesión de
de Dios. En un lugar de su epistolario espiritual afirma lo siguiente:
amor que expresa con un lenguaje digno del Cantar de los Cantares, en la
Quotiescumque nos ipsos divino beneplacito resignamus, in Spiritu
baptizamur, filiique Dei efficimur25: (cada vez que nos sometemos al
siguiente declaración amorosa: «mi corazón ya no será mío, porque ni
siquiera soy ya mía; mío solo será Dios. ¡He aquí mi amor!» (MM, IX).
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Lettere di san Paolo della Croce, Roma, 1924, vol. II, p. 404.
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