SAN PABLO DE LA CRUZ "MAESTRO DE LA MUERTE MISTICA" Padre Antonio Maria Artola | Page 23

(A la Ven. M. María Crucificada de Jesús, CP, 5.6.1765. L, II, 306). XVII.- Todos sus males, inquietudes y turbaciones, nacen porque no pone en práctica los santos consejos que le he dado en el nombre del Señor. Si soporta todo el peso del gobierno de la casa, esa es la voluntad de Dios. Si tiene trabajos y angustias, todo eso es voluntad de Dios que lo dispone para que consiga y practique la santa humildad de corazón y el desprecio de Vd. misma, y llegue a morir místicamente a todo lo que no sea Dios. Si le agrada la voluntad de Dios, le gustará acatarla y unirse a ella en todos los trabajos, y acariciará las preciosas cruces que Dios le permite. Mantenga el corazón tranquilo y póngalo a menudo en paz, tan pronto se dé cuenta de que se conturba. Ponga, le ruego, el mayor cuidado en mantener su corazón tranquilo y contento, porque así estará más recogida en su interior y descansará en Dios con sagrado silencio de fe y de amor santo. Si puede, comulgue; y si no puede, manténgase en paz y recíbalo espiritualmente. Jesús la bendiga y la haga tan santa como deseo enseguida. (A Teresa Palozzi, 8.11.1765. L. II, 402-403). XVIII.- El presente estado de su alma nos hace ver claramente que no existe engaño alguno, ni (a Dios gracias) lo ha habido tampoco en el pasado. Vd. permanezca en su nada, y considérese cada vez más inmersa en el seno del Padre celestial y repose allí y disfrute con sueños de fe y de santo amor, sin tantos tiquismiquis y reflexiones sobre sí misma. Reciba de Dios lo que le da, pero no se recree ni se apegue tanto a los dones, para no perder jamás de vista al Soberano Dador, y permanezca en pobreza y desnudez de espíritu y en una verdadera muerte mística. Esta es mi respuesta, en resumen, a lo más esencial de su carta. (A Ana M. Calcagnini, 2.8.1768. L, III, 8l2). 49 XIX.- En el camino de los santos hay que aceptar con sumisión la prueba de Dios, y hacer morir en la voluntad divina los impulsos de la naturaleza, que siempre busca su comodidad. Señora Mariana, es preciso morir místicamente a todo; sentir aún las inclinaciones naturales y los movimientos pasionales, que nunca mueren a no ser con nuestra muerte, no es cosa de nuestro tiempo; pero es preciso esperar con paciencia la visita del Soberano Dueño; porque, así como Dios agradece mucho esta sufrida espera, también reviste al alma con los ardientes rayos de su gracia, que agostan todo humor maligno. Y si las inclinaciones naturales y los movimientos pasionales no mueren del todo, quedan tan mortificados que no suponen impedimento para la quietud dulcísima de la santa contemplación; y se comienza a disfrutar los efectos de aquella santa muerte mística, más preciosa que la vida, pues el alma vive en Dios una vida divina: «Vivo, mas no yo; vive en mí Cristo», decía el gran enamorado Apóstol, del que llevo yo indignamente el nombre. Por lo tanto, le ruego que no se disguste si siente frialdad en la oración, inclinaciones naturales y movimientos pasionales. Sé que Vd. las padece, pero ese padecimiento es la agonía que debe sufrir, esperando paciente y dulcemente la santa muerte mística, y entonces exultará en una nueva vida en Dios, nuestra verdadera vida. (A María Ana Girelli, 28.12.1768. L, III, 756). XX.- La vida de los verdaderos siervos de Dios es morir cada día: «Cada día morimos; muertos estáis, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios». Esta es ciertamente aquella muerte mística que deseo en Vd. Y así como en la celebración de los divinos sacrosantos Misterios confío en que habrá renacido en Jesucristo a una nueva vida divina, así deseo que muera en Cristo místicamente cada día más, y haga desaparecer 50