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Según expertos, los riesgos para la salud asociados al consumo de agua serán especial-mente severos en las zonas urbanas en rápida expansión, donde el crecimiento de la po-blación y la construcción de grandes metrópolis limitarán aún más la disponibilidad de agua.

La OMS calcula que la morbilidad (número de casos) y mortalidad (número de muertes) derivadas de las enfermedades más graves asociadas al agua se reduciría entre un 20 y un 80 por ciento garantizando su potabilidad y adecuada canalización.

Los patógenos que prosperan en los ambientes acuáticos pueden provocar cólera, fiebre tifoidea, disenterías, poliomelitis, hepatitis y salmonelosis. Se transmiten al beber agua infectada y/o contaminda por sustancias tóxicas, comer pescado y marisco contaminado, bañarse, nadar o vadear en aguas contaminadas o por insectos y caracoles acuáticos.

Unos 200 millones de personas de Asia, Africa y Latinoamérica sufren giardiasis, una infección intestinal que se transmite sobre todo por el consumo de agua contaminada por heces. Causa diarrea, dolores abdominales y pérdida de peso. Cada año se registran unos 500.000 nuevos casos, la mayoría en niños.

En la actualidad, el cólera, el tifus y la disentería son raros en los países industrializados. No así en los países en vías de desarrollo, donde cada año se registran unos 16 millones de casos de cólera y 120.000 defunciones por esta enfermedad. Un 80 por ciento de los casos y muertes por cólera se registran en Asia. También tiene una alta incidencia en África y Latinoamérica.

En Argentina las enfermedades adquiridas por el consumo de agua alcanzan un 33% del total de enfermedades transmitidas por alimentos (Fuente: Instituto Panamericano de Protección de Alimentos y Zoonosis, 2002). Los niños (en especial menores de 5 años) forman quizás el grupo más vulnerable a este tipo de infecciones.