Rumor de límites. Memoria del desasosiego (hacia las Pinturas Negras) FINAL DE LAS PINTURAS NEGRAS-QUINTA DEL SORDO | Page 74
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dos, realiza a tamaño real el trabajo que se traducirá luego, por los oficiales
de la Fábrica, en un tapiz para decorar estancias de los palacios reales de
Aranjuez, El Escorial, El Pardo, La Granja o el propio Palacio Real de Ma-
drid que en 1764 estaba ya habitado. Es por tanto un trabajo subsidiario de
otra técnica más “importante” el tapiz, de mayor realce en el momento como
elemento decorativo para los grandes salones de los palacios reales.
En la realización de los cartones, Goya adquiere oficio, soltura y
al tener que fijar su residencia en Madrid será el momento de comenzar a
recibir encargos de la aristocracia y de tejer relaciones. En ellos, no aporta
nada a la historia del arte, salvo algunos toques de sutilezas que entroncan
con cuanto Francisco y Ramón venían haciendo para el mismo cometido,
pero su introducción en la Corte le sitúan en el camino de poder mostrar
cuánto puede dar y ser reconocido como un gran pintor. Una humana am-
bición de triunfo y reconocimiento, que cuando llegue, tras varios intentos
fallidos, le permitirá escribir a su amigo Zapater comentándole con orgullo
que tiene uno de los mejores birlochos de la capital y que va de caza con
personajes de la nobleza. Estamos en 1785 y se le nombra, junto a su cuñado
Ramón Bayeu, pintor del Rey. Uno de sus objetivos se ha cumplido.
En sus últimos tapices la pincelada va soltándose con arreglo a su
propia evolución, aun cuando tiene que seguir sometido a las necesidades
que impone el diseño, es por este sometimiento y porque cada vez tiene más
encargos, por lo que el director de la Fábrica de Tapices se queja de que
Goya no cumple con el compromiso de facilitarle los cartones y se va a ver