Rumor de límites. Memoria del desasosiego (hacia las Pinturas Negras) FINAL DE LAS PINTURAS NEGRAS-QUINTA DEL SORDO | Page 70
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se aleja de la iconografía habitual para presentar pasajes como La multi-
plicación de los panes y los peces y la Última Cena desde una perspec-
tiva más humana. Aquí es ya un pintor reconocido con larga trayectoria.
Al año siguiente (1798), recibe el encargo de pintar una de sus obras
más importantes, y sobre todo su mejor mural, en la ermita de San Antonio
de la Florida de Madrid. Sabe lo que quiere pintar y su temple plástico se
mostrará con personalidad y frescura propia. Trabajará en ellos durante
los meses de agosto a diciembre. Al encargo no parece que fuera ajena su
amistad con Jovellanos o Ceán Bermúdez. Tras los desencuentros que tuvo
con los miembros del cabildo zaragozano, acomete esta obra con mayor li-
bertad siendo muchas las novedades compositivas y plásticas que introduce.
Desde el punto de vista temático, sitúa la representación de La Gloria en
la semicúpula del ábside, reservando la cúpula para el Milagro de San
Antonio de Padua, cuyos personajes proceden de las capas más humildes
de la sociedad. Es novedoso situar las figuras de la divinidad en un espacio
más bajo que el reservado al milagro, que además lo protagoniza un frai-
le vestido con ropas humildes y a cuyo entorno se sitúan mendigos, ciegos,
trabajadores y pícaros. S. Isidro era un santo venerado de larga tradición
madrileña y Goya no es ajeno a ese fervor popular, por lo que introduce al
pueblo en la cercanía del santo y en el mismo nivel que él. De alguna mane-
ra los iguala en importancia y cercanía.
También demuestra haber asimilado las enseñanzas de las perspec-
tivas escorzadas de maestros muralistas como Giovanni Battista Tiépolo o