Rumor de límites. Memoria del desasosiego (hacia las Pinturas Negras) FINAL DE LAS PINTURAS NEGRAS-QUINTA DEL SORDO | Page 56
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cultura, enseñanza y religiosidad que aceleraron la escisión entre la élite
cultural más influyente del país.
En cuanto a los estratos sociales se mantuvieron inalterados en lí-
neas generales. La nobleza seguía conservando su situación privilegiada, su
riqueza y poder. Continuó la concentración de los grandes títulos y prosiguió
el ennoblecimiento a cambio de dinero al Estado y al Rey de los burgueses
y campesinos ricos; además se concedieron numerosos nombramientos de
nobleza sin jurisdicción.
El clero durante la etapa ilustrada fue el centro de la polémica, se-
gún Domínguez Ortiz “ninguna otra rama de la administración mereció tal
grado de atención” y en general, hasta la llegada de Carlos IV, se tendió a
una modificación del papel de los eclesiásticos en el seno de la sociedad. Los
intereses de los monasterios chocaban con el de los campesinos. Las institu-
ciones eclesiásticas dedicaban buena parte de sus ingresos a la adquisición
de nuevas tierras con lo que provocaba el recelo y la desconfianza de las
autoridades civiles y de la población. Sin embargo el clero rural, el párroco,
fue considerado colaborador natural del Gobierno en la tarea de mejorar
la situación material y moral de los pueblos.
La población de la Corona de Castilla en este tiempo pasó, en los
años centrales del siglo de 6,6 millones de habitantes, y de una población
total del país de 9,4 millones, a 11 millones a fines de siglo, un crecimiento
modesto, pese al parón de la emigración a las colonias americanas.