RIESGOS EN ECUADOR Chakana-Revista-de-Análisis-de-la-Secretaría-Nacio | Page 13

Olga Loma tiene 40 años y trabaja en la agricultura. Vive en el barrio San Silvestre con sus dos hijos y su marido que es vulcanizador. Si bien la ceniza no ha llegado todavía hasta su lugar de residencia, su familia ya está preparada para ese riesgo pues sabe que su barrio sí sería afectado. En el eventual caso de una erupción, Olga se dirigirá hacia las zonas más altas como, por ejemplo, el sector de Colatoa. “El Alcalde nos dio información en la misa de domingo. Además se hicieron re- uniones con los directivos de la parroquia. Ellos ya colocaron alarmas y nos están informando sobre cómo prepararnos. También se realizaron simulacros que consisten en que, cada vez que suenan las alarmas, la población salga de su casa con sus mochilas y vaya a los puntos seguros”. Olga ya se puso de acuerdo con sus hijos para que, en caso de que la alarma suene cuando estén asistiendo a clases en el colegio, ellos se dirijan hacia El Calvario, un lugar ubicado en la parroquia de Tanicuchí donde viven sus familiares. Como agricultora, Olga tiene experiencia en la dinámica espontánea de la organización social. Por ello, ella recomienda que “se debería aprovechar las sesiones de las juntas de agua para informar cuáles son los sitios seguros y donde están. Esas reuniones son frecuentes y tienen bastantes asistentes”. Jorge Tapia tiene 70 años y es un artesano dedicado a la restauración y pintura de figuras de arcilla. Dado que vive de su trabajo, él destaca que la amenaza de erupción ha provocado una notable disminución de su clientela: “antes, en mi negocio, tenía gente todos los días de la sema- na y muchos venían desde fuera de la ciudad. Ahora la actividad ha bajado en un 60%”. Por recomendación de familiares residentes en Quito, Jorge ya salió de su vivienda habitual y evacuó con su familia hacia La Laguna, vía Tapalán. “Allí ocupamos un departamento que compartimos con tres familias. Por seguridad dejé la casa bien cerrada para evitar robos. Si erupciona el William Rivera tiene 42 años, es vocal del gobierno parroquial de Toacaso. En su sector, a 45 minutos de Lata- cunga, la producción de leche se afectó mucho por la contaminación del agua para consumo animal y humano causada por la caída de ceniza. Como integrante del gobierno parroquial, él ha constatado directamente las acciones de prevención desarrolladas hasta el momento: “estamos trabajando con la Secretaría de Gestión de Riesgos, el Ministerio de Agricultura, el Munici- pio y los directores de las instituciones educativas. Ahora que ya iniciaron clases, estamos preparando planes de evacua- ción detallados. Pero todavía nos faltan mascarillas y más información”. Positivo Cotopaxi cuando esté trabajando aquí en el centro de Latacunga, yo cogería a mis dos nietos que estudian en la escuela La Salle y nos iríamos a La Laguna caminando. No tomaría un Negativo vehículo. En el simulacro vimos que eso no ayudaba mucho”. Jorge propone que las acciones de prevención sean una parte rutinaria y permanente de la formación de todos los educandos de su cantón. “Nosotros hemos vivido en Latacunga durante dos generaciones. Durante décadas no recibimos prácticamente ninguna capacitación. Eso no puede seguir así a futuro. Tenemos que estar siempre listos. Por eso, por nuestra propia cuenta, nos adelantamos a evacuar hace un par de meses”. Dado que su parroquia es considerada como un sitio seguro, las autoridades y la población tienen el reto de prepararse para recibir a otras familias provenientes de las localidades aledañas. No obstante, William demuestra confianza porque “acá solo llegaría ceniza. Según las historias de nuestros adultos mayores, las piedras o los lahares no llegaron hasta mi localidad en el pasado”. Con su esposa y sus tres hijos de 12, 15 y 18 años, William optó por prepararse bien y alistar una mochila con agua, mascarillas, gafas y bufandas. El recomienda que todas las familias hagan lo mismo y estén listas con esos implementos. Chakana 13