RIESGOS EN ECUADOR Chakana-Revista-de-Análisis-de-la-Secretaría-Nacio | Page 12

territorios En Cotopaxi, la población está prevenida y preparándose Grace Nogales & Daniel Jácome Dirección de Comunicación, Senplades Valeria Garzón tiene 38 años y su hija está cur- ios Testimon Adriana Yanchaguano tiene 20 años y estudia comunicación social en la Universidad Técnica de Cotopaxi. Vive en Belisario Quevedo, una parro- quia ubicada a 20 minutos de Latacunga. Conoce que su sitio de residencia es una zona de evacuación porque la Junta Parroquial colocó unos parlantes para informar sobre las medidas de seguridad a tomar. Entre estas, se indicó que el colegio, la escuela y el coliseo funcionarán como albergues. Al recordar el día del simulacro, Adriana menciona que “muchas personas de Latacunga llegaron en camionetas a la parroquia pero estaban alborotadas porque creían que el Cotopaxi ya había erupciona- do. Cuando les dijeron que eso no era así, se tranquilizaron y se fueron. Pero, igual, varias familias se quedaron un tiempo más porque no querían arriesgarse”. Aunque su parroquia es segura, Adriana está preocupada por su hermana de 17 años que estudia en Latacunga y por sus compañeras que viven en zonas más vulnerables como Mulaló, Lasso y Pastocalle. En estas localidades “hay de- masiada ceniza y mis amigas no pueden salir porque les está enfermando. Además falta comida para los animales”. Adriana recomienda mayor prepa- ración e información específica para su parroquia: “por ejemplo, todos necesi- tamos saber cómo actuar cuando las personas de otras zonas aledañas lleguen a refugiarse en mi localidad”. Marcos Borja tiene 70 años y tiene un negocio de helados de paila. Nació en Ambato pero vive en Latacunga desde hace 35 años con su esposa, sus cuatro hijos y sus nietos. Dice que el número de clientes disminuyó notablemente desde que la alerta del volcán empezó. Observando y conver- sando con quienes llegan a su local, él percibe la preocupación de los habitantes de Latacunga. Señala que, usualmente, las personas intercambian información entre sí en los lugares públicos. Así se enteró que él y su familia se encuentran en una zona segura pues viven cerca de la Escuela Politécnica del Ejército. Marcos considera importante tener información y capacitación adaptada a los distintos grupos etáreos y especiales. Su esposa y él son personas de la tercera edad que tienen una hija con parálisis cerebral. Por eso, “estamos a la expectativa porque, si tuviéramos que salir de la casa a otro lugar, no sabríamos cómo organizarnos para atender a mi hija y a mis nietos. De todas maneras, estamos preparándonos con lo que podemos y tenemos listas las mascarillas. Nosotros somos de Tungurahua y ya tenemos experiencia en este tipo de riesgos naturales”. 12 14 de septiembre de 2015 sando primero de bachillerato. Vive en Latacunga con su esposo, un funcionario pú- blico que se desplaza a Ambato todos los días. Ya tomaron las precauciones necesarias ante una eventual erupción. No obstante, “la situación si preocupa porque no podemos saber la magnitud del evento. Contamos con información que nos indica lo que debe contener la mochila de emer- gencia pero siempre lo que debemos hacer concretamen- te quienes vivimos aquí. Y eso si es importante porque toda la familia tendría que evacuar”. Hace unos sábados atrás, se realizó un simulacro en la ciudad sin previo aviso. Esa experiencia le permi- tió apreciar que “la población tuvo un comportamiento muy solidario. Entre todos nos ayudamos para movilizar a nuestros seres queridos de todas las edades. Los peatones pudimos movernos mejor y más rápido hacia las zonas de seguridad. Hubo alguna confusión y demora entre las familias que salieron en auto”. En su barrio, las instituciones gubernamentales nacionales pasaron entregando información puerta a puerta. Para mejorar la respuesta ciudadana, Valeria propone que las autoridades escolares aprovechen los primeros días de clase para reforzar conocimientos: “debido a nuestras actividades rutinarias, mi esposo, mi hija y yo estamos separados en lugares diferentes cada día. Como padres nos sentiríamos más tranquilos si los estudiantes son capacitados para que sepan si deben o no deben dirigirse hacia sus hogares en caso de que la alerta cambie mientras están en clases”.