El principio culturalidad. El juego es para los humanos una importante herramienta
culturizante, un vinculo generacional, pues en los primeros años, el juego es desarrollado en
compañía del adulto, estableciéndose una relación con este que conlleva la formación de
vínculos afectivos, adquiriendo la actividad lúdica de este modo una significación social.
El juego presenta un gran poder socializante, pues ayuda al niño a salir de sí mismo a
comprender, aceptar, respetar y algunas veces hasta transformar las reglas que hacen posible una
convivencia armónica y pacífica.
Los juegos de los niños constituyen verdaderos ejercicios de preparación para la vida y
son importantes porque enseñan alegría cuando se practica y para quienes la practican, por que
arrancan de la pasividad y colocan a la persona en situación de compartir con otros, brindando un
buen clima de encuentro, una actitud distendida; revelan torpezas de un modo que no duele
descubrirlas, cambian los roles fijos en un grupo, son un constante mensaje de vitalidad que se
graba en quienes lo realizan.
El juego no es componente privativo de la niñez, no existe un juego infantil sino una
manera y un modo infantil de interpretar y responder a la realidad, el juego es adquirido por
imitación, los niños imitan el juego del adulto al imitar el juego generacional de vivir.
Una inadecuada atención a la necesidad lúdica del ser humano traerá como consecuencia
trastornos de dependencia y enajenación en la conducta, lo cual es una condición para que un
individuo quede atrapado en la alienación que esta acción con lleva, sin que ningún crecimiento
interior contribuya a su desarrollo personal.
MÉTODO
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