forma de funcionar y la claridad de sus procesos y resultados. Estos se agruparían en
componentes de distintas índoles (materiales, personales y funcionales) (Béjar, s/f).
Para una adecuada y fiable recogida de información, que permita el correcto análisis de
cada una de las dimensiones, un modelo de autoevaluación debe establecer un sistema de
indicadores representativos, fáciles de observar, variados, claros y precisos con el objeto de
poder obtener una información completa de la realidad de los centros. Los criterios con los que
se valora cada indicador son: adecuación; coherencia; funcionalidad; relevancia; participación;
suficiencia y satisfacción (Gobierno de Cantabria, 2004).
La evaluación es un proceso reflexivo, sistemático y riguroso de indagación para la toma
de decisiones sobre la realidad, que atiende a su contexto, considerando tanto lo explícito como
lo implícito. Se trata, por tanto, de encontrar y aplicar técnicas e instrumentos rigurosos y
precisos para obtener una información que sea objetiva