Revista versión 2 Revista Prensa -Versión 2 | Page 33

-¿De què manera logrò salir adelante y asumir su ceguera? - Al comienzo no la asumìa. Tenìa la sensaciòn de que pronto iba a volver a ver, que el​ ​ mundo y los colores que conocìa se iban a presentar ante mì otra vez. Ademàs, todos​ ​ decìan: “Anita tiene una maldiciòn. No puede ser que le pasen tantas cosas juntas”. Con​ ​ mi madre visitamos unas cuantas videntes. Todas decìan que efectivamente habìa sido​ ​ vìctima de un maleficio, y lo adjudicaban a distintas personas. Despuès entendì que si​ ​ habìa un trabajo de brujerìa de por medio o no, eso no me devolvìa la visiòn. Le creì a los mèdicos, que crueles pero honestos me decìan que tenìa que aprender a vivir en la​ ​ oscuridad. Y yo aprendì. -¿Còmo logrò convertirse en la mujer autònoma que es hoy? -Con mucha ayuda. Principalmente, el amor incondicional de mis padres y mis hermanas.​ ​ Tambièn asistì al Centro de Rehabilitaciòn “Tiburcio Cachòn”. Allì aprendì muchìsimo. Adquirì un celular para no videntes, que me permite enviar mensajes como cualquier​ ​ persona normal, realizar llamados y utilizar todas las funciones de un telèfono. Se​ ​ agudizaron muchìsimo el resto de mis sentidos. Puedo escuchar conversaciones a una​ ​ distancia que otros no podrìan. Tambièn el tacto me es imprescindible. Fue bueno​ ​ permanecer en la casa en la cual crecì y mis padres se encargaron de remover todo lo​ ​ que pudiera hacerme tropezar. De la misma forma, ordenaron todo para que yo​ ​ encontrara las cosas sin dificultad. Me rehusè a usar bastòn. Me entristece, me genera​ ​ vergüenza. Ademàs conozco mucho mi casa y es el lugar en el que me muevo a diario. Si​ ​ salgo, prefiero el brazo de mi madre, de mi pareja o de mis hijas. Cualquier cosa antes​ ​ que un bastòn. -¿Còmo conociò a su actual pareja y padre de sus hijas? -Cuando recuperè un poco la confianza y autoestima perdida, en parte gracias al apoyo​ ​ terapeùtico que me brindò el Centro, comencè a aceptar salidas, especialmente las que​ ​ proponìan mis hermanas y las pocas amigas que me quedaron. Es que en situaciones asì​ ​ te das cuenta de quien te aprecia realmente y quien no. Hubo muchas amigas que se​ ​ alejaron, por torpeza, por miedo, no lo sè. Muchas llamaron años despùes para saber​ ​ còmo estaba, excusàndose con palabras còmo “estabas en un momento tan delicado que​ ​ preferì esperar para no incomodarte”. Para mì no es asì. Si eran mis amigas de verdad,​ ​ debieron venir, llorar conmigo o soportar que no les hablara, pero no se deja a alguien​ ​ solo en su peor momento. En fin…, volviendo al tema, una noche de la nostalgia fui con mi hermana Rosana y su marido a un baile en San Antonio. 32