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Fue una de las primeras salidas pùblicas, porque yo estaba recluida en mi casa. No soporto los murmullos
sobre mi condiciòn, aunque no pueda ver sus rostros, puedo asegurar que siento sus miradas piadosas
posadas en mì. A eso no me voy a acostumbrar nunca. No puedo hacer oìdos sordos. Ese baile, ademàs,
estaba lleno de conocidos. No te imaginàs todos los susurros que me aguantè. “Mirà a la hija mayor de
Hugo y Gloria, la que quedò ciega. ¡Pobrecita!
¡Y con lo linda que es! El trabajo que deben estar pasando con esa chiquilina”. Eso lo sufro hasta el dìa de
hoy. Me enojè con mi hermana, porque ella sabìa eso y me sentì poco cuidada. Le dije que me querìa ir
ya. Entonces Rosana me dice “bueno, quedate tranquila sentada acà que voy a bailar un segundo con
Leonardo y ya volvemos y nos vamos”. Yo me quedè ofuscadìsima. A los pocos segundos, alguien se
sentò a mi lado y comenzò a hablarme. Era Enrique. Èl ya conocìa mi situaciòn porque era amigo de mi
cuñado Leonardo. Comenzamos a charlar, luego bailamos toda la noche y me reì como hacìa años no lo
hacìa. Al dìa siguiente estaba en mi casa, y asì me fue conquistando.
“ La gente se preocupa por nimiedades, mientras yo
darìa lo que fuera por ver las caritas de mis hijas”.
-¿Pudo volver a enamorarse entonces?
-Sì. Enrique respetò mis tiempos y fue sanando mis heridas. Empecè a confiar nuevamente. Ademàs,
deseaba mucho formar una familia. Por supuesto que al comienzo me preguntaba a mì misma:
“ ¿quièn va a querer estar con una mujer como yo?”. Pero èl me hizo ver todas las virtudes que yo tenìa, y se
enamorò de mi coraje, de como yo me desenvolvìa a la perfecciòn con las tareas domèsticas, entre otras
cosas buenas que èl dice que tengo. Me presentò a su familia y a los amigos. Me demostrò que estar
conmigo le generaba felicidad y no vergüenza. A los meses se vino a vivir a casa de mis padres, y un año
despuès naciò Glenda, nuestra primer hija. Cuando mi niña tenìa unos pocos meses, mi padre muriò de un
ataque al corazòn. Me queda el consuelo de que tras tanto sufrimiento me viò sonreìr otra vez y conociò a su
nieta. Apenas Glenda cumpliò un año, me embarquè en la bùsqueda de otro hijo. Fue asì que naciò Celene,
mi segunda bebè. Ambas nacieron por cesàrea, dada mi condiciòn, y me realizaron ligadura de trompas tras
el ùltimo nacimiento. Cumplì mi sueño de ser madre y mis hijas son mi motor para seguir viviendo y
encontrar un propòsito a mi existencia.