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-¿Còmo perdiò la vista? ¿Padecìa problemas oculares?
-Siempre tuve miopìa. Todos en mi familia, mis hermanas incluidas, han usado lentes y han tenido algùn que
otro problema de visiòn, pero nada que revista importancia. Yo tenìa lentes de descanso que usaba para ver
la televisiòn o estudiar. Muchas veces notaba una especie de neblina o “moscas” delante de mis ojos, pero
nunca le di demasiada importancia. Dentro de todo, yo veìa bien y hacìa controles oftalmològicos cada
tanto. De repente esas molestias se acentuaron y comencè a sentir mucho dolor, punzadas agudas y
jaqueca. El oftalmòlogo detectò un desprendimiento de retina en mi ojo derecho y me realizaron una cirugìa
para intentar “prenderla” nuevamente. En ese proceso, debì permanecer en absoluto reposo durante 40
dìas. Mi marido en aquel entonces me trasladò a casa de mis padres, para que estuviera acompañada todo
el dìa. Tenìa que estar acostada boca abajo siempre, comer y beber en esa posiciòn y levantarme para lo
màs elemental como ir al baño. Mi madre me higienizaba en esa posiciòn tambièn.
Hicimos todo a rajatabla con la esperanza de que la retina volverìa a su lugar. Pero no fue tan sencillo. En
medio del reposo sentì nuevamente sìntomas de dolor intenso en la vista que no tenìan que ver con la
operaciòn. Se me habìa desprendido la retina del ojo izquierdo. En ese momento me sometieron a una nueva
cirugìa, con la indicaciòn de retomar el reposo. Sin embargo los mèdicos ya me habìan presentado un
panorama bastante pesimista y las posibilidades de que volviera a ver eran casi nulas.
-¿Fue en ese momento que decidiò separarse de su marido?
-No. Yo no decidì nada. Me encontraba sumida en la angustia, con dolor y acostada boca abajo en la casa de
mis padres cuando me enterè que mi marido me dejaba de la manera màs cobarde. Mi padre habìa ido a mi
casa a buscar màs ropa y otras cosas que necesitaba y se encontrò con Gerardo llevàndose algunos de sus
muebles, para lo cual habìa pedido la camioneta a su hermano. Mi padre no daba crèdito a lo que veìa y le
exigiò explicaciones. Èl llorò y le pidiò perdòn, le dijo que estaba superado por la situaciòn, que no podìa
lidiar con una mujer ciega y que era mejor dejarme en aquel momento. Sè que aquella escena terminò a los
golpes y nunca màs lo vi. No sòlo porque no podìa verlo, sinò porque jamàs se acercò a mì. Eso fue lo que
màs me doliò.
“ La vida me enseñò que no tengo control sobre nada.
En cuestiòn de dìas y de la nada, me quedè viviendo en la oscuridad”.
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