Revista versión 2 Revista Prensa -Versión 2 | Page 30

“Cuando me quedè ciega me enojè con Dios e incluso dudè de su existencia. No​ ​ comprendìa que mal podìa haber hecho para merecer tal castigo”. -El año 2005 fue muy particular para usted. ¿Còmo lo vivenciò? -Uff… (suspira). Confieso que me cuesta mucho evocar ese año, aunque estè​ ​ permanentemente en mi memoria. Son recuerdos muy dolorosos. En enero de ese año​ ​ me casè con Gerardo, mi primer novio. Èramos novios desde los 16. Yo cursaba Abogacìa​ ​ y el habìa culminado su Profesorado de Informàtica. Tenìamos una relaciòn sòlida y el​ ​ casamiento lo venìamos planeando con mucha antelaciòn. Yo preferìa terminar la carrera,​ ​ pero se me estaba haciendo larga y no querìa casarme vieja. En aquel entonces tenìa 26 años y las ganas de ser padres nos apremiaban. Mi padres adquirieron una casa cerca de​ ​ la suya, en la localidad de Santa Rosa, donde crecì toda mi vida, y apenas nos casamos​ ​ nos instalamos allì. La fiesta fue espectacular y yo estaba esplèndida, enfundada en mi​ ​ vestido verde agua. Contrajimos matrimonio en la Iglesia del pueblo. Te aseguro que esa​ ​ noche fue el ùltimo momento de disfrute que tuve ese año. Lo que vino despuès fue la​ ​ peor pesadilla de mi vida. -¿Què hecho nublò su felicidad? -Ojalà se tratara de un hecho aislado. Pero fueron varios. Desde el momento en que me​ ​ casè, comencè a experimentar una serie de infortunios. Al otro dìa de pasar por el altar,​ ​ viajamos a Brasil para disfrutar de nuestra luna de miel. Al segundo dìa de estadìa, se me​ ​ volcò un termo de agua hirviendo sobre el brazo derecho. Lo pasè fatal. Pese a que me​ ​ brindaron atenciòn mèdica, el dolor me condicionò mucho. De hecho, decidimos regresar​ ​ antes de lo planeado. Dos meses despuès la alegrìa tocò a mi puerta. Tras detectar un atraso en mi ciclo menstrual, acudimos al mèdico para constatar que efectivamente​ ​ estàbamos esperando a nuestro primer hijo. La ecografìa saliò perfecta y estàbamos en​ ​ las nubes de tanta dicha. Sin embargo, al cuarto mes tuve pèrdidas importantes. Me​ ​ internaron y me practicaron un legrado uterino. Ambos sufrimos mucho. Si bien ahora sè​ ​ que fue lo mejor que puedo pasar, en ese momento, padecì un montòn. Y despuès, mi​ ​ ceguera. Creo que tres meses, còmo mucho, tras perder a mi bebè. 29