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familias desestructuradas y son chicos jóvenes que en su mayoría tiene nivel primario completo, pero no han
culminado el Ciclo Básico. En general saben algún oficio pero no tienen acreditación.
Por su parte, el policía Gerardo García trabajó durante años en el Comcar, y posee una visión más
pesimista en lo que refiere al futuro de los privados de libertad. “Se ve gente realmente monstruosa en las
celdas de los penales. Son personas que han matado inescrupulosamente o cometido las más atroces
aberraciones. La mayoría de ellos salen y regresan a la brevedad con más muertes sobre los hombros.
Darle instrucción a personas cuyo único fin es dañar a otros es un gasto inútil. No importa si practican
yoga, si trabajan en la carpintería, cuando dejan la prisión fallan una y otra vez”, afirma.
De la misma forma, García expresa que es importante clasificar mejor a los internos. “Entran jóvenes
primarios y no se puede lograr rehabilitarlos en convivencia con delincuentes violentos. Los afecta
mentalmente. Están en condiciones de hacinamiento, de continua hostilidad. Para los oficiales es complejo
lidiar con ellos. Si alguno tiene una chance de cambiar de vida, la pierde por completo en ese mundo. Si la
situación de los centros penitenciarios no mejora, el impacto de la capacitación va a ser nulo”, agrega.
Lo manifestado por García, concuerda con los datos que figuran en el informe anual que presentó ante el
Parlamento presentó el comisionado Juan Miguel Petit, donde asegura que 40% de los presos en Uruguay
está recluido en malas condiciones y un 30% recibe tratos crueles o degradantes,, .
"El análisis de las condiciones de reclusión de nos indica que existen oportunidades de integración social para
un 26% de la población penitenciaria, hay insuficientes condiciones para la integración social para el 44% y
existen tratos crueles, inhumanos o degradantes para el 30%, con violencia permanente en los macro
penales", dice el reporte.
Según los datos del informe, en el 2017 se registraron 47 muertos en custodia, 28 de ellas fueron muertes
violentas (17 homicidios y 10 suicidios y una por caída de altura con causas no claras) y 19 por
enfermedades.
Consultado al respecto, el Licenciado Peraza aduce que las condiciones inhumanas a las que están
expuestos los presos es un retroceso para su reinserción posterior. “Es claramente un tema que nos
preocupa. Las cárceles uruguayas están aún lejos de alcanzar los estándares que deberían tener. La
superpoblación que tenemos en los centros no coopera. De todas maneras, es algo que de a poco va a
empezar a cambiar. De hecho el nuevo Código del Proceso Penal disminuye la prisionalización, porque
entiende las desventajas de presos hacinados. Esto es un proceso que va a paso lento. Falta mucho aún,
pero las cosas no cambian de un día para otro”, remarca Peraza.
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