Revista versión 2 Revista Prensa -Versión 2 | Page 10
Andrés estaba enfocado en su celular y Santiago yacía en el suelo, con sangre en la frente y pérdida
de conocimiento. Carla entró en pánico y su corazón se paralizó al pensar que su hijo había muerto.
-¿Qué le hiciste? Qué le hiciste?-, preguntó desesperada. -No paraba de llorar. Le dí con una silla.
Salí de acá y no me jodas, gorda-,explicó Andrés, sin inmutarse. Carla corrió con el niño al hospital. Le
detectaron traumatismo de cráneo, a causa del golpe. Los médicos tranquilizaron a la madre y le
prometieron que Santiago se recuperaría. Cuando la policía llegó para interrogarla, Carla dijo que
había sido su culpa, que debió llevar al niño con ella, que Andrés no sabía tratarlo.
-Pero casi mata al niño, señora-, dijo el agente.
-Si. Pero él tiene un carácter especial. No es que sea malo. Hay que saber tratarlo. A Santi lo cuido yo
desde que nació. Él nunca se quedó con el bebé a solas. Yo no debí irme.
Carla fue derivada a tratamiento por violencia domèstica, aunque ella alegó que Andrés nunca le pegó,
que a lo sumo le daba unas cachetadas, pero cuando ella lo hacía enojar. Le costó tiempo ver la
realidad y entender que aquel hombre le había hecho muchísimo daño, aún sin marcas. Viajó con su
hijo a Salto y allí, entre sus afectos, recuperó el amor propio perdido y entendió que Andrés les había
dejado a ella y a su hijo secuelas que durarían para toda la vida. Se fortaleció como mujer y se juró a
sí misma que jamás permitiría que los lastimara nuevamente. Desafortunadamente, deshacerse de la
bestia no será tarea fácil. En diciembre del año pasado y a casi cinco años de aquella noche de furia
que casi acabó con la vida de Santiago, Carla recibió notificaciones del INAU, solicitando su presencia
a la brevedad. Desde ese día, asiste a reuniones semanales, con el fin de que comprenda que Andrés
tiene el derecho de enmendarse y recuperar el vínculo con su hijo. Lloró y gritó cuanto pudo, pero
nadie la comprendió. Una de las encargadas del proceso “la puso en su lugar”.
-A ver si nos entendemos, señora. Usted dice que el hombre siempre fue violento, pero vivió con él
seis años y por si fuera poco, buscó un hijo con èl. ¿De qué injusticia habla? ¿Ahora la culpa de sus
actos la tenemos nosotros?
La psicóloga que acompaña el caso, le pide calma, le asegura que durante un largo tiempo, cada vez
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