Revista Ven y Sígueme Octubre 2016 | Page 14

La fuerza de la religión en el mundo Ana Paola Noble Carmona Viajamos, durante un día, para llegar al campo. Todos apartamos una sección de pasto, para tener un lugar donde dormir. Jóvenes de china, Panamá, Taiwán, del MAGIS, estaban a nuestro alrededor. L legó el gran momento, después de mucho tiempo de espera. Varios jóvenes viajamos a Europa, para representar a nuestro país, al participar en un taller ignaciano, de una semana “MAGIS”, donde nos preparamos para asistir a la Jornada Mundial de la Juventud. Desde nuestra llegada a Polonia, todo fue muy emocionante. Conocimos a universitarios, de todas partes del mundo, con las mismas aspiraciones, valores y religión. Entre ellos, cinco jóvenes que aspiran a ser jesuitas. Después de vivir el taller de danza, nos fuimos a la Jornada, a encontrar aquello que deseaban nuestros corazones. Hubo días en que sentíamos el cansancio de tanto caminar, de la lluvia. Pero, todo desaparecía cuando nos dábamos cuenta de la cantidad de gente que estabamos ahí reunida para presenciar el amor de Jesús a través del Papa. Era increíble el gran número de actividades que teníamos: la bienvenida del Papa, el Viacrusis, la ruta de Santa Faustina, la Hora Santa, la celebración de la última misa, en el inmenso campo de Brzegi, a las afueras de Cracovia. 12 Aquella noche, después del Viacrusis, no alcanzamos comida. Unas chinas y nuestros amigos de Taiwán nos compartieron sus alimentos. Un jesuita, de origen chino, se acercó a platicar. Le pedimos agradeciera a las personas que nos habían dado de cenar. Nos explicó que, una de ellas, era religiosa. Iba vestida con una playera y panas, pues en China es ilegal profesar esa vocación. Él, también, nos explicó que, justo por eso, él se había ido a Taiwán para poder ser jesuita. Cuando visita a sus padres, celebra la eucaristía en la sala de su casa, para no tener problemas con el gobierno. Nos quedamos sin palabras… Comenzaba la Hora Santa, todos en oración. La religiosa China soltó en llanto, veíamos en su rostro el sufrimiento que la invadía. Podíamos imaginar, al verla, lo que ha de ser su vida día a día y, a pesar de eso, es fiel seguidora de Jesús. Quedamos asombrados de la fuerza de la religión, de la manera como se vive en diferentes lugares en el mundo. Por esto, los invito a reflexionar lo sencillo que es para nosotros ir a misa, cualquier día, a cualquier hora o lugar; mientras que, en otros países, las personas deben de esconderse para poder vivir y seguir a Jesús.