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-Entonces, ¿trabajas en positivo?

Trabajo con un método propio que desarrollé después de formarme en diferentes métodos conocidos, en positivo, cognitivo emocional, clásico, instintivismo, en mi opinión ninguno de ellos es “el método definitivo”, de todos se pueden sacar cosas buenas y cosas menos buenas, lo que hice no fue acumular conocimientos y técnicas, sino todo al contrario, fue una labor de descarte quedándome de cada uno de ellos con lo que iba acorde con mi energía, forma de ser, de pensar y de sentir, desechando todo aquello que aun siendo “cómodo” para el humano, no es tan natural para el perro.

Mi filosofía de trabajo parte de una base, todo lo que hagamos debe ser positivo para el perro y para las personas con las que convive.

-¿A que te refieres con “no natural” para el perro?

A muchas cosas, desde el entorno hasta la forma de comunicarse de los humanos hacia los perros, nuestro entorno está formado por coches, calles asfaltadas, semáforos, puertas y ventanas, escaleras, ascensores, casas y edificios, todo lo hemos puesto nosotros y se pretende que el perro se sepa desenvolver sin más y acorde con nuestras reglas.

También en la comunicación se lo ponemos difícil, siempre digo que es más sencillo para el humano aprender el lenguaje de los perros que hacer lo contrario y pretender que ellos aprendan el nuestro que es mucho más complejo ya que está compuesto de un amplio abanico verbal, gestual, anímico y emocional, los perros pueden aprender una serie de palabras, gestos y asociarlas a acciones, pero cuando nos dirigimos a ellos mediante frases completas, acompañadas de gesticulación y estados emocionales, lo único que estamos haciendo es confundirles.