Revista Soy Perro nº1 - Edición Digital Revista Soy Perro nº1 - Edición Digital | Page 8

-¿Piensas que no es bueno entonces hablarle tanto a los perros?

Lo que no es bueno es hablarle tanto en nuestro idioma y lenguaje, las personas que lo hacen encuentran un estado de bienestar y confort emocional hacia sí mismos, el perro nota nuestro bienestar y a su manera, se ofrece y nos ayuda, ejerce de forma natural como perro de terapia hacia nosotros, pero cuando nos referimos a ayudar al perro a superar miedos, inseguridades, etc., lo mejor es utilizar un lenguaje más próximo al suyo, yo hablo mucho con los perros, pero lo hago de una forma más natural para ellos, utilizando más mi estado emocional que las palabras, es un lenguaje universal muy poderoso porque nos permite cambiar las cosas, de la misma forma en que una persona con un estado emocional y anímico negativo es capaz de arruinar una feliz reunión familiar, sucede a la inversa, una persona con un estado emocional y anímico positivo es capaz de levantar el ánimo de una triste y apagada reunión familiar, los perros también tienen diferentes estados emocionales en función al entorno, a sus miedos e inseguridades y con nuestro estado emocional, podemos cambiar el suyo, tanto para bien como para mal.

-¿Tanto cuesta encontrar un buen profesional?

Creo que en este país hay muchos y muy buenos profesionales, pero es cierto que hay que buscarlos, creo que en el mundo y en la mente del perro todo es más sencillo y natural de lo que se está mostrando, creo que dentro del mismo sector de la profesión se complica la vida de los perros y de sus dueños con un montón de indicaciones, ordenes, ejercicios, pautas, juegos y actividades físicas y mentales creados desde la forma de actuar y pensar de los humanos, muchos se centran en el problema de comportamiento en lugar de hacerlo en el origen que provoca el comportamiento, por ejemplo, podemos reprimir o inhibir los ladridos compulsivos de un perro, pero sería injusto porque a su manera está expresando algo, lo correcto es averiguar porque ladra de forma compulsiva y cubrir esa necesidad o liberar al perro de una posible situación que le incomoda para que no sienta la necesidad de ladrar todo el tiempo.

En este sentido, he recibido muchos “palos” por una parte del sector al decir públicamente que cada vez se investiga y se sabe más sobre los perros y que cuanto más sabemos (los profesionales), más mal lo hacemos, en lugar de simplificar, complicamos la vida del perro y de sus familias.