educativa se “ha entrado con fuerza en el discurso político-pedagógico, en un
contexto en que simultáneamente se profundizan los procesos de exclusión y
se reconocen las dificultades institucionales y pedagógicas para lograr las
metas de una educación de calidad para todos” (pág. 23); pero la realidad es
otra y se ha demostrado que tender un puente entre el discurso y los hechos
no es algo sencillo.
A tal efecto, la gerencia educativa se asume como la fuerza que impulsa
la eficacia en el trabajo con la participación de los entes involucrados (padres,
madres y comunidad) para mejorar el desarrollo socio cultural del estudiante y
el entorno donde se encuentra la institución. El docente como gerente debe
tener la capacidad y responsabilidad de dirigir el proceso de enseñanza y
aprendizaje con optimismo estimulando el aprender- aprender y querer seguir
aprendiendo con experiencias significativas.
Con referencia a lo anterior, la labor educativa en las aulas multigrados
ubicadas en los sectores rurales demanda de docentes con formación
gerencial que planifiquen, organicen, controlen y evalúen el proceso de
enseñanza y aprendizaje en una población escolar de diferentes grados con
diversos currículos, intereses, necesidades y ritmos de aprendizaje que
amerita poseer competencias gerenciales de planificador, líder, motivador,
tomador de decisiones, comunicador y agente de cambio, entre otros, para
hacer que el proceso de enseñanza aprendizaje sea productivo.
De acuerdo con lo anteriormente expuesto, Contreras y Mujica (2014b),
establecen que:
La escuela en el sector rural representa el mejor escenario para
experimentar el desarrollo de competencias que satisfagan los
requerimientos de las comunidades y la aplicación de políticas
educativas públicas, con un currículo permeable, flexible,
constructivo y con pertinencia social (pág. 44).
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Artículo Arbitrado
Al respecto, Calvo (2013): expresa, que en el término de inclusión