La formación profesional está relacionada con los conocimientos,
habilidades y preparación que posee una persona para ejercer un oficio o
profesión. Son los saberes y competencias que potencian el desarrollo socio
personal e institucional. Por tanto, la formación constituye los estudios y
aprendizajes permanentes encaminados a la actualización profesional en un
proceso de construcción que se va desarrollando en función de las exigencias
sociales planteadas por el mundo globalizado y tecnificado actual.
En este contexto, la formación docente representa ese proceso
educativo mediante el cual, se perfecciona la teoría y la praxis de áreas
específicas del conocimiento en sintonía con las exigencias personales y
requerimientos profesionales del ejercicio de la docencia, para que el docente
se convierta en un transformador de su propia realidad solucionando los
problemas educativos en las manifestaciones cognitivas, afectivas y
psicomotoras que presentan los estudiantes.
Bajo estas premisas, Contreras y Mujica (2014a), exponen que: “para
el docente y su proceso de formación el reto resulta de mayor responsabilidad
e importancia, ya que debe enfrentarse a diversos escenarios que requiere la
reflexión sobre su propia práctica” (pág. 52); por ello, debe desarrollar el
pensamiento crítico en función de las situaciones de su entorno social que le
ayuden a él y a su comunidad a superar las debilidades encontradas.
Desde esta perspectiva, la formación gerencial del docente constituye
un aspecto importante, en relación a los procesos administrativos de planificar
las acciones y estrategias, coordinar los recursos, organizarlos, ejercer
dirección y control con el fin de lograr los objetivos y metas preestablecidos.
En tal sentido, un gerente tiene que conjugar una serie de factores para
impulsar el éxito personal, profesional y organizacional. La actuación del
docente como gerente educacional está relacionada con los saberes en
planificación, organización y evaluación.
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Artículo Arbitrado
1. Introducción