1.1. La escuela como espacio de socialización
La familia, la escuela, la comunidad, el grupo de amigos y las redes
sociales virtuales constituyen los principales espacios de socialización de
niñas, niños y adolescentes y, por tanto, los ámbitos en los que se adquieren
y cimentan las identidades personales y sociales. En dichos espacios se
configuran valores de inclusión y diversidad o tienen lugar aprendizajes
sustentados en la exclusión o discriminación. Es allí donde se asimilan los
elementos diferenciadores de la cultura y se construyen actitudes, valores y
prácticas asignados socialmente a cada sexo.
En la lógica mencionada, Ballarín (2007): comparte que la “escuela,
junto a la selección cultural que explícitamente se encarga de transmitir, es un
espacio fundamental en la socialización de niños y niñas. En ella se aprende,
también, a ser mujeres y hombres” (pág. 59). En este marco, la escuela
transmite contenidos explícitos y modelos sociales que son aprendidos por
niñas y niños y tienen que ver con las acciones y omisiones de los docentes,
con los mecanismos de asignación de responsabilidades, con las valoraciones
que se realizan, con las formas de organización de tiempos y espacios, con
las relaciones docentes-estudiantes y estudiantes-estudiantes, entre otros
elementos que generan identidad y pertenencia. Los abordajes educativos
indiferenciados hacia niños y niños dan lugar a la reproducción de estereotipos
de género en los procesos de socialización escolar.
De esta forma, Borda (2009): enfatiza que las niñas indígenas
construyen en la socialización escolar una identidad caracterizada por la
relación con la naturaleza, la maternidad y el accionar en los espacios
domésticos; a esto se suma la imagen de pasivas e introvertidas y las tareas
de cuidado que les otorgan los docentes en los procesos escolares (pág. 120).
Habría que añadir el rol culturalmente asignado, no solo, de reproducción
social sino además de mantenimiento y reproducción cultural a partir del uso
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Arbitrado
1. Introducción