que conlleva a la reflexividad de la acción realizada, en base a la
caracterización del elemento primordial de la praxis; la vocación.
Por esta razón, los profesionales de enfermería tienen el reto y la
capacidad fundamental de reestructurar administrativamente los sistemas de
salud, por medio de la aplicación de principios praxiológicos y bajo el enfoque
del cuidado humanizado.
Sin embargo, es esencial que los profesionales de enfermería puedan
realizar su praxis bajo modelos de cuidado que engloben la teoría, la práctica,
las habilidades, las destrezas, la investigación constante y continua en cada
área de desempeño, la reflexión continua sobre los planes de cuidado, los
métodos y las formas de cuidar, las técnicas que incorporen el manejo del
conocimiento real de los valores de la profesión y los del sujeto cuidado,
además del desarrollo de competencias del convivir que interconecten el por
qué cuidar y el para qué cuidar; en base a un cuidado humanizado. Es decir;
la praxis de enfermería debe esforzarse en humanizar los cuidados
sustancialmente.
De acuerdo a lo antes planteado, es evidente que el profesional de
enfermería posee una serie de herramientas que desde su formación se
conjugan para realizar una praxis acorde con las exigencias y las
transformaciones de los sistemas de salud del mundo, por tanto, la formación,
la capacitación continua, la reflexividad e interreflexividad sobre el accionar de
su practicidad debe ser sistemático, continuo y profundo, consciente de que
su actuación e interacción en un ámbito sociocultural cambiante es
determinante para ofrecer ayuda terapéutica, además de restaurar la salud y
proteger la vida.
Finalmente, es importante resaltar que la praxis de enfermería está
ligada a la vocación, la axiología y los preceptos humanistas; y que es
necesario la auto reflexión e interreflexividad para mejorar diariamente el
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Arbitrado
internalizar y comprender desde lo espiritual, la razón de ser de la enfermería,