Revista Scientific Volumen 3 / Nº 9 - Agosto-Octubre 2018 | Page 340

Los debates en torno a lo relacionado con los principios y valores, tanto éticos como morales, llevan a señalar que se han perdido los mismos, que se cambiaron, por ello precisamos un mundo de paradigmas que contiene reglas y normas, que hacen constituir o definir límites para conocernos a nosotros mismos, en el entorno, permitiéndonos precisar las realidades que tenemos. Tal punto de vista se torna complejo en los espacios destinados para la educación por el cúmulo de conocimientos, que depende netamente de la actitud de los docentes al incidir en el comportamiento de los educandos, quienes, bajo los paradigmas adquiridos, construirán sus propias riendas de vida. La perspectiva lleva a que varíe la percepción de enseñar en los profesionales de la docencia, por su esencia endógena, que en sí, genera su cultura y demás patrones, por lo que deben asumir un nuevo pensamiento con fundamento en la actual visión del mundo postmoderno, cimentada sobre las bases de la complejidad, transdisciplinariedad y transcomplejidad, para que la enseñanza tome otra dirección, dirigida al trabajo desde un enfoque holístico para propiciar otras formas de pensamiento necesario para la transformación de las personas. Desde mi óptica, debe ser así, debido a que siempre vivimos comunicando conocimientos e ideas, en función del manejo de la información, aunado al conjunto de experiencias adquiridas. En este sentido, Aragoza (2010a), señala que los individuos “son formados desde todos los tiempos por los demás a partir de sus principios éticos” (pág. 87). Por lo tanto, la forma de hacer llegar lo que se ha de conocer conforme a cada ser humano, así como de su grupo social; de esta manera ha de trascender la enseñanza, por ejemplo, en los estudiantes, con miras a la desconstrucción de los diferentes pensamientos para llegar a una nueva construcción de estos, transfiriendo patrones de conducta distintos y actuación positiva. 339 Arbitrado 1. Introducción