Revista Scientific Volumen 3 / Nº 9 - Agosto-Octubre 2018 | Page 291

las que tenga acceso el propietario del centro o institución que presta el servicio. Conocer cómo se entrenan los animales guías o de asistencia, resultará muy beneficioso para quien contrata el servicio, pues sí el animal no sufre malos tratos, podrá disfrutar de la terapia para sí o su familia, sin culpabilidad, a sabiendas que aquel animal hacia quien seguramente despertará sentimientos de cariño y amistad, no ha sido previamente agredido; por el contrario, si el paciente o algún familiar descubre o percibe que el entrenamiento se ha hecho por medio de castigos corporales o psicológicos, se cuestionará sí debe continuar la terapia o sí es mejor no contribuir con estos episodios. En caso de maltratos de canes, es difícil evitar reconocerlos, pues el animal dará señales inequívocas frente a su entrenador, por lo que tarde o temprano el paciente y sus familiares, reaccionarán o naturalizarán la violencia animal. En casos de terapias con delfines, se dificulta constatar estos malos tratos, sobre todo, por la sonrisa típica del delfín, que guarda relación directa con su morfología, y no con un sentimiento, aunado a que las señales que muestra, de alejarse nadando o hundirse al fondo de los estanques, incluso sus quejidos y llantos, no son a menudo interpretadas por los pacientes o sus familiares. En algunos casos de terapias con equinos, el entrenador utiliza una vara en su mano derecha, con la que aduce estimular al caballo, pero en realidad, es un instrumento de dominación que le infringe dolor, por otro lado son utilizados como tracción a sangre, lo cual ya de por sí ha sido objeto de críticas por los animalistas, esto sin mencionar herraduras, gríngolas y látigos, más comunes en otras prácticas con equinos, pero que deben ser objeto de reflexión, a fin de no naturalizar el maltrato animal. 290 Arbitrado medio de cámaras que registren de modo integral dichos entrenamientos, a