impuesto sino la verdad que ha sido refutada, “masticada” y digerida. La
complejidad necesariamente me lleva a la “criticidad”.
Ser crítico, es comprender la complejidad de la realidad, es no quedarse
con una sola perspectiva. Es la no aceptación de un dato sin antes éste no ser
mirado desde distintos enfoques, pues así el pensamiento no es mutilado, sino
por el contrario ampliado. Morín entiende al mundo como una red, donde todo
está vinculado, por consiguiente, la manera de afrontarlo debe ser
multidisciplinar y a su vez, multirreferenciado. Esto lleva a tener como
consecuencia lógica, la formación de un pensamiento crítico, el cual “hace
referencia a ejercicios de cuestionamiento y de valoración, que nos permitan
finalmente emitir un juicio o tomar una posición con respecto a un hecho, a un
fenómeno o a una idea” (Morales, 2014, pág. 3).
El proceso educativo actual requiere, por tanto, forjar hombres capaces
de tener una búsqueda constante por la verdad, una inclinación natural por el
saber, esto demanda afrontar un contenido, un dato, cuestionarlo y valorarlo,
de manera que la comprensión de dicho dato, le ayude a tomarlo como cierto
o no, de ese modo, el estudiante estará formando pensamiento complejo y
crítico, y no solo conocimiento “condicionado”, como respuesta a un estímulo.
Bien se sabe que el paradigma de la complejidad admite la imposibilidad
de conocer todo de todo, sin embargo, el mismo admite que es posible conocer
bastante de todo. Pero para que esto ocurra, es necesario en la formación,
que el estudiante cuestione la realidad, se pregunte el porqué de las cosas.
Así este nuevo paradigma luce como una opción para transformar el proceso
educativo, acentuando el papel activo del estudiante y de la realidad. Todo es
un complejo, tanto la razón como todo aquello que rodea al sujeto.
3. Conclusiones
La teorización de la educación debe platearse como objetivos y metas:
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Arbitrado
formar un pensamiento crítico, donde no acepta la verdad como dogma