realidad y al conocimiento, debería reconocer y ponderar tanto a la naturaleza
como al sujeto. Con el nuevo paradigma, propuesto por Morín, “se trata de un
punto de vista que cuenta con el mundo y reconoce al sujeto. Más aún, la
epistemología de la complejidad presenta a uno y otro de manera recíproca e
inseparable” (Morín 1990e, pág. 64). De la cita anterior se deduce entonces,
que el nuevo paradigma presenta un equilibrio entre realidad y sujeto, y no se
dará ponderación únicamente a la subjetividad del sujeto o solo a la objetividad
de la realidad, en cambio habrá una relación recíproca entre ambos.
El nuevo paradigma permite, como afirma Morán (2006b):
criticar la epistemología occidental, surgida a raíz de la
modernidad, fundada sobre la eliminación positivista del sujeto
a partir de la idea de que los objetos, al tener existencia
independiente del sujeto, eran observables y oportunamente
explicados en tanto tales (pág. 4).
Es decir, en occidente el conocimiento se sustenta sobre la realidad,
pero a partir de la modernidad se deja a un lado al sujeto, rompiendo así, la
premisa medieval, de que el conocimiento es una aprehensión de la realidad,
en la cual juega un papel activo tanto la realidad como el sujeto. Por tanto, el
paradigma de la complejidad, lo que quiere es retomar un tanto la premisa de
los medievales como Tomás de Aquino, donde el conocimiento es complejo,
por lo cual, hay dos factores importantes para la construcción del mismo: sujeto
y realidad, sin ponderar a uno sobre el otro, para no caer en los extremos del
idealismo o empirismo.
En definitiva, el sujeto cognoscente no es pasivo, sino activo, pero su
manera de conocer no ha de ser parcializada sino ampliada, donde se tomen
en cuenta no solo lo que se quiere aprender, sino como se quiere aprender, y
la realidad desde donde se quiere aprender. Ya no es mito, ya no es solo una
razón instrumentalizada, sino que la razón juega un papel de actividad para
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Arbitrado
desfigurar a la realidad. En consecuencia, toda forma de comprender a la