y la multidimensionalidad.
Dicho paradigma busca articular, como afirma Morán (2006a): “los
parcelamientos disciplinarios, quebrados por el pensamiento disgregador, a fin
de construir un conocimiento multidimensional que se oponga a la supremacía
de una ciencia sobre cualquier otra, a una omniracionalidad” (pág. 4). Por tal
razón, el nuevo paradigma propuesto por Morín, busca la conexión y la
interrelación de todos los saberes. El paradigma de la complejidad busca que
se miren todas las aristas del polígono (realidad) y a su vez, vincularlas todas
para la formación de un conocimiento, el cual por su misma ontología y
principio será complejo.
Esto lleva necesariamente al reconocimiento de todas las entidades
participantes en la gestación del conocimiento, distinguiéndola pero no
aislándola, sino por el contrario vinculándolas. No es necesario mutilar el
conocimiento y desfigurar la realidad. De acuerdo con esto, Morín (1990c):
expresa que el pensamiento complejo, “está animado por una tensión
permanente entre la aspiración a un saber no parcelado, no dividido, no
reduccionista, y el reconocimiento de lo inacabado e incompleto de todo
conocimiento” (pág. 23). Este nuevo enfoque apunta a una nueva realidad en
el mundo epistemológico: el conocimiento no es total ni definitivo, sino
progresivo.
En consecuencia, el conocimiento debe ser global, no es necesaria ya
las divisiones fronterizas. Queda claro que la omnisciencia no es posible, sin
embargo, como manifiesta Morín (1990d): “el pensamiento complejo aspira al
conocimiento multidimensional… uno de los axiomas de esta propuesta
epistemológica es la imposibilidad, incluso teórica, de una omnisciencia” (pág.
23).
Todo esto induce a la no parcialización del conocimiento bajo ningún
dogma científico o filosófico, pues hacerlo significa mutilar el conocimiento y
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Arbitrado
cosmos el valor que realmente posee: el entramado de su ser (la complejidad)