En suma, la teoría critica, se posiciona en paralelo a la manera de
teorizar que tradicionalmente se llevaba a cabo. Pues dichos autores
consideraban que el contexto es fundamental en la ciencia, y no solo el
fenómeno como tal. Con la teoría crítica se empleó una nueva visión de estudio
con “cuya óptica analizaron con rara uniformidad la gran variedad de
problemas teóricos, culturales y sociales que intentaron resolver” (Fraile,
1998a, pág. 106).
La teoría crítica como epistemología educativa “intentó retomar una
nueva vía que restablezca la auténtica dimensión de la racionalidad” (Fraile,
1998b, pág. 108). La cual no debía ser tecnificada o utilitaria, sino que por el
contrario debía ser autónoma y emancipadora.
En consecuencia, se considera que la teoría critica en definitiva es una
crítica de la razón por parte de este movimiento, pues ellos consideraban que
la razón había quedado instrumentalizada, “reducida a ser instrumento de
ciertos fines que la desvían de su propio objeto del saber y la prostituyen,
haciéndola servir a la dominación sobre los hombres” (Fraile, 1998c, pág. 108).
Para los precursores de la teoría crítica, como Adorno y Horkheimer, la
razón instrumentalizada acarrearía consigo un pensamiento oscuro e irregular,
el iluminismo. Por ende, se propusieron definir a la razón como una
<>, y el pensamiento ya no es oscuro, sino que es considerado
polémico y crítico, capaz de analizar y refutar, quedando el conocimiento como
una <>, “una imagen o copia de las cosas” (Fraile, 1998d, pág.
264
Arbitrado
La teoría tradicional representa el tipo de teorización
<> guiadas por los ideales de las ciencias
naturales modernas y su prerrogativa de investigaciones
<>. Los autores de la teoría crítica parten
de la asunción de que tanto los objetos observados como los
sujetos observadores de la ciencia están constituidos
socialmente y, por lo tanto, deben ser analizados e
interpretados dentro de su contexto histórico-social. (pág. 68).