cumbre suprema del saber es el teológico, ya que versa sobre el objeto
más elevado: Dios.
Ya avanzado un poco más en la historia de la humanidad, entramos en
la época medieval, en la cual lo epistemológico se da dentro de lo filosófico y
lo teológico. Vale acotar, que se da una distinción entre los órdenes del saber,
racional y revelado, correspondiente a los órdenes ontológicos: el natural y el
sobrenatural. En la cual la filosofía cumple una función de subordinación
instrumental a la ciencia sagrada. Sin embargo, se hacen la excepción el
“Doctor Universal”, Alberto Magno, y el “Doctor Angelicus”, Tomás de Aquino.
Parafraseando a Fraile (1997b, págs. 10-19), se puede decir que:
a. San Alberto Magno mantiene una visión enciclopédica del saber,
cultivando por igual las distintas ramas de la ciencia
b. Por su parte santo Tomas de Aquino conserva la misma visión integral
y enciclopédica del saber que su maestro San Alberto. La distinción
entre el saber racional y revelado no constituye una antítesis, sino un
conjunto armónico y complementario.
Con respecto al momento de la modernidad, hay que decir que el siglo
XIV comienza un proceso de desconfianza al concepto de ciencia. Surgiendo
así el nominalismo, todo es nombre, los universales no existen, siendo la raíz
del movimiento que poco más tarde dará origen al nacimiento de las ciencias
experimentales, las cuales se definían como exactas y naturales. Se da un re-
auge de las parcializaciones del saber.
Adentrados en el siglo XIX y XX, el problema epistemológico adquiere
nueva forma, surgen las teorías del aprendizaje con definiciones psicológicas
y pedagógicas, las cuales describen los modos y formas en las que el hombre
aprende. Dentro de esas teorías del aprendizaje cabe mencionar:
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Arbitrado
parcializaciones más concisas. Aunque para el liceo aristotélico la