En este sentido, es necesario promover actividades ecológicas donde
se involucre a los actores sociales y educativos para que se integren al trabajo
por el rescate del ambiente. Al respecto, Jara y Parada (2011c) y Tovar
(2012a): sugieren como actividades ecológicas las pro-ambientales y las de
promoción de valores ambientales para contribuir con una formación ecológica
que lleve a disminuir la desigualdad social, ofrezca apoyo comunitario y
promueva un ambiente sano.
En relación con las actividades pro-ambientales, son todas aquellas que
se pueden realizar con las comunidades para el beneficio del entorno escolar
y comunitario. Entre ellas, se pueden señalar: el reciclaje de residuos sólidos
y su ubicación en envases identificados. En la misma línea, se pueden incluir
otros estudios que atañen a la disminución en la producción de basura
doméstica, como el de Osorio (2018a): así como trabajos que señalan
condiciones para propiciar que las personas depositen sus desechos en los
lugares destinados para su recogida (Pasek, 2005b). Son diversos los trabajos
que se han realizado en escenarios públicos como parques, centros
deportivos, cafeterías, entre otros; haciendo énfasis en la necesidad de:
•
Promover acciones con la comunidad para el rescate de las áreas
verdes.
• Establecer comisiones para que ayuden a conservar el ambiente.
• Organizar a la comunidad y estudiantes para separar objetos y reciclar.
• Propiciar la colocación de los materiales en recipientes adecuados.
En cuanto a la promoción de valores y con base al educar en valores,
el docente debe promover valores ambientalistas. Se entiende que la
educación está “omnipresente en la existencia cotidiana de los seres
humanos” y “la presencia de algún modo de educación es constante en la vida
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Arbitrado
espacios educativos para fortalecer una educación ambiental sustentable.