Desde lo señalado por las autoras, se trata de crear una cultura
ambientalista que contribuya a valorar y conservar el espacio en el que se
convive. En este sentido, se trata de ofrecer oportunidades de participación
corresponsable donde los actores de la escuela y comunidad se conviertan en
los propios autores del resguardo, cuidado y desarrollo de su ambiente. Pues
como señalan Dieleman y Juárez (2008): se trata de asumir medidas
adecuadas que lleven a la implicación decidida de todos los actores de la
sociedad para fortalecer una conciencia ambientalista, que forme hacia una
nueva forma de relación del hombre-mujer hacia el resto de la naturaleza.
En este sentido, se requiere de una constante formación y educación,
que como señala Navea (2018b): “debe partir desde la normativa de la moral
que exige la responsabilidad por parte de todos los ciudadanos, en cuanto al
cuidado del entorno natural, donde se procure el bienestar entre la sociedad y
la naturaleza” (pág. 138). El interés está puesto en la conciencia, que lleve a
la puesta en práctica de los conocimientos vayan adquiriendo en el proceso
de formación para un desarrollo sustentable ambiental efectivo.
2.2. Desarrollo sustentable
El desarrollo sustentable, para Gabaldón (2006): debe llevar a generar
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Arbitrado
la vez que le permite ser crítico, emitir juicios de valor y adoptar
normas de comportamiento cónsonas con estos juicios;
además, se entiende como la realización de un conjunto de
actividades integradas en un proceso sistemático y
permanente, desarrolladas a través de múltiples medios,
dirigidas a promover cambios de comportamiento en todos los
sectores de la población, que evidencian la adopción de nuevos
valores orientados hacia la conservación, defensa y
mejoramiento del ambiente cuya finalidad última sea, mejorar
en forma constante las condiciones de vida de las
generaciones actuales y futuras. (pág. 36).