Actualmente las organizaciones tienen el reto de orientar, fortalecer su
potencial humano hacia la obtención de mejores resultados tanto individual,
grupal y organizacional, pues transitan hacia un cambio de paradigma donde
el valor de lo intangible establece su principal diferencia, orientándose hacia
las capacidades, habilidades, conocimientos que posee la organización para
enfrentar entornos cada vez más complejos y competitivos, además de
enfrentar desafíos para evaluar los elementos culturales que condicionan su
dinámica social.
La cultura de una organización es exclusiva, intangible, implícita, es el
resultado de la interacción entre sus integrantes y estructura organizacional
que permite distinguir una organización de otra, así como también, es guía en
el comportamiento y el resultado de sus integrantes. Además, transmite
sentido de identidad, influye en la conducta de los empleados hacia una
determinada dirección mediante normas, que permitan modelar sus actitudes
y comportamientos.
No obstante, el funcionamiento eficaz de una organización está
condicionado con los valores compartidos entre los empleados. Según
Hofstede (2001a): expresa que “…los valores son deseos o anhelos
conscientes y afectivos de las personas que guían su comportamiento dentro
y fuera del ámbito laboral” (pág. 10); los valores proporcionan pautas de
comportamiento ante situaciones de decisión.
Las organizaciones que pretendan ser excelentes deben constituir los
valores como la base fundamental en el comportamiento del recurso humano;
a su vez, representan cualidades para evaluar la conducta de las personas,
mitos, rituales, creencias, comunicación, lenguaje son pues, el conjunto de
elementos que constituyen la esencia de la cultura organizacional.
En este sentido es importante considerar a la Cultura Organizacional y
valores Organizacionales, como una Visón emergente, puesto que, presentan
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Arbitrado
1. Introducción