Para Hashimoto y Saavedra (2014:8), “La discusión tiene que centrarse
en por qué debo o tengo que usar ese u otro método, o en el para qué debo
buscar o emplear ese dato o método”. Ese es el quid del asunto, resolver esa
cuestión está en el plano filosófico y no metodológico.
Guba y Lincoln (2002:113), plantean:
“Desde nuestra perspectiva, el uso de métodos tanto
cualitativos como cuantitativos puede ser apropiado para
cualquier paradigma de investigación. De hecho, las
cuestiones de método son secundarias frente a las de
paradigma, que definimos como el sistema básico de
creencias o visión del mundo que guía al investigador ya no
sólo a elegir los métodos, sino en formas que son ontológicas
y epistemológicamente fundamentales”.
El tema de la complementariedad metodológica transita por el dilema
de la ausencia de fundamento epistemológico de base para aproximarse a la
realidad. McMillan y Schumacher (2005:128-129), señalan que la investigación
cuantitativa está basada en alguna forma de positivismo lógico que busca
establecer cómo son las cosas evitando juicios de valor; mientras que la
investigación cualitativa está basada en el construccionismo, que busca
explicar cómo las personas llegan a describir, explicar o dar cuenta del mundo
donde viven. Estas dos tradiciones muchas veces son vistas como
antagónicas y sin posibilidades de discusión o cooperación.
La propuesta de complementariedad entre los dos paradigmas puede
considerarse como una opción válida en la investigación; pues cada una de
las
metodologías
hace
importantes
aportes
a
la
construcción
de
conocimientos. Su uso rígido, sin dudas, empobrece el proceso de búsqueda
de nuevos conocimientos, al impedir incorporar al proceso investigativo las
bondades que cada uno de ellos posee e impide llegar a hallazgos más
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Editorial
natural con que se describen y la interpretación del
investigado”.