menos puede verse como una tienda de antigüedades.
La Literatura es una alternativa para conocer la Historia de manera pura,
sin la intervención de los fenómenos políticos que rigen los aspectos formales
de la historia contada desde la orientación de los valores dominantes
enseñados institucionalmente. La visión poética es una visión holística de la
Historia que escapa a los controles de lo establecido por parámetros
emanados de esos factores ideológicos dominantes de determinada sociedad;
desde la época medieval podemos ver el uso de la literatura como un referente
alternativo que en muchos casos contradice lo establecido situando al lector
en las realidades vivenciales, mostrando al lector las caras ocultas de la
Historia, tal es el caso del Carnaval Literario de Cervantes, Don Quijote de la
Mancha y Lazarillo de Tormes, entre otras muchas obras de la picaresca
literaria que desnudaban las realidades escondidas por lo factores dominantes
de la época.
Es importante destacar que la historia abordada desde los distintos
programas educativos no se contrapone al discurso literario, pero es limitada
por los factores dominantes, y a su vez el discurso literario devela la cara oculta
de la Historia que no se ve en el proceso educativo, sin entrar en contradicción
con éste, siendo ambos discursos vertientes necesarias del conocimiento.
Finalmente, la Historia y la Literatura poseen una conexión indudable,
demostrada con el análisis de los textos Canto General y Santiago de León de
Caracas, donde estos escritores a partir de la Imagen Poética establecen, por
un lado, un diálogo eficaz entre estos discursos, y por el otro, logran
mostrarnos una nueva interpretación de la Historia, ofreciendo así esa lectura
alternativa tan necesaria en los planes del sistema escolar. El discurso
histórico manejado por estos poetas no responde a la “anti-historia” todo lo
contrario, presentan una mirada adicional, de las múltiples que puede tener la
Historia, ya que ésta, avanza en oleadas, y estas oleadas, y estas olas se
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Arbitrado
humano; y es que la Historia no es un museo de objetos muertos, ni mucho