Losada, Pedro Reynoso, Francisco Fajardo, y otros conquistadores, también
a Guicaipuro, Tiuna, Paramaconi y otros Caciques indígenas. Las voces de
uno y de otro se intercalan en los poemas. Los conquistadores narran
episodios en los que han tomado parte, y en esas narraciones se vislumbra el
asombro del español ante el nuevo mundo, tal y como se percibe en los
cronistas de Indias. Palomares (1967a):
Que belleza la tierra cuando esa montaña sube un cuerpo
blanco en sus aires y se estima su altura. Y el azul se ve limpio
y es un filo quede solo lejano está bello. Apenas una línea de
aurora y ya los caballeros reconocieron todo el sitio: ¡Qué
templados aires! ¡Qué colinas! (pág. 125).
Está también la visión del indígena, el asombro del primer habitante de
esas tierras ante la llegada del invasor, y el odio y la terrible furia ante su
crueldad. En Flecheros ellos, y corredores y saltadores nosotros, los caciques
del centro se acuerdan para la guerra. Palomares (1967b):
Podrida la tierra con esos fieros y terribles del mar. Achicaron
los hombres volviéndolos un pasto ¡Ya no hay camino que no
pasen! Llegó el día de meter los críos y las mujeres en la niebla.
Todos los hombres bajarán por uno y por otro lado, por las
alturas y la tierra entre los ríos sobre piedra y espuma, como
puntas de lluvia y piedras, como cabellos de mujer y monte y
más que hormigas bajarán. Pide a tus dioses, invasor ¡Limpia
muy bien tus armas! (págs. 137-138).
Así la Historia de la fundación de Caracas no es unilateral, se trata de
comprender el fenómeno de la conquista de una manera más profunda y
global, desde la poesía, desde la polivalencia poética. Es evidente la
expoliación, el exterminio de los indios por parte del cruel conquistador, que, a
su vez, siente amor por la ciudad fundada, por las nuevas tierras conquistadas.
Palomares (1967c):
Tal vez no seas la más hermosas de las Indias, Ni tu tesoro
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Arbitrado
comprende cuarenta y un poemas, en ellos vemos aparecer a Diego de