explicación)
y
la
sensación
(captación
sensorial,
observación,
instrumentación)” (pág. 1).
Al remontarnos en el siglo XIX, encontramos que Augusto Comte (1798-
1857), introduce el enfoque positivista de la ciencia para designar el
conocimiento científico en el que se pretende hacer ciencia social, histórica,
económica, entre otras. Comte (2004), en su Curso de Filosofía Positiva
publicado de 1830 a 1842, plantea que el primer gran resultado de la filosofía
positiva es “la manifestación por la experiencia de las leyes que acompañan
en su ejecución a nuestras funciones intelectuales y, por ende, el conocimiento
riguroso de las reglas generales convenientes para proceder con seguridad a
la búsqueda de la verdad” (pág. 52).
En el enfoque de Comte el verdadero conocimiento científico, que
permite descubrir la realidad de lo que se estudia, es el obtenido mediante la
observación empírica, la experimentación y la inducción dejando a un lado las
concepciones teológicas y metafísicas por no mostrar los hechos tal como son
percibidos por los sentidos. En este enfoque la verificabilidad es el criterio para
distinguir
las
ciencias
empíricas
de otros tipos
de
conocimientos,
fundamentándose en la tradición galileana de la ciencia, siguiendo la
tipificación ideal de la física matemática y tratando de enmarcar bajo el mismo
método todo saber con pretensiones científicas.
Adicionalmente, el autor en referencia establece como fin de la filosofía
positivista el “resumir en un cuerpo de doctrina homogénea la totalidad de los
conocimientos adquiridos, relativos a los diferentes órdenes de fenómenos
naturales” (pág. 62).
El Circulo de Viena, en las primeras décadas del siglo XX, compuesto
por los seguidores del Empirismo de Hume, son los creadores del Positivismo
Lógico, también llamado Neopositivismo o Empirismo Lógico. Fijan su interés
en introducir, al estudio de la filosofía, métodos y precisión matemática,
380
Arbitrado
introspección, comprensión), la demostración (razonamiento, argumentación,