mejoramientos que se desean. (Hurtado y Toro, 2005a, pág. 35).
Los pasos o fases de la investigación acción participante, según
Hurtado y Toro (2005b), son:
Fase I: Problematización. Considerando que la labor educativa se
desarrolla en situaciones donde se presentan problemas prácticos. Lo lógico
es que un proyecto de este tipo comience a partir de un problema práctico: en
general, se trata de incoherencias o inconsistencias entre lo que se persigue
y los que en la realidad ocurre. Es posible diferenciar entre: contradicciones,
cuando existe oposición entre la formulación de las pretensiones del autor, por
una parte, y sus actuaciones por otro. Dilemas, un tipo especial de
contradicción, pudiendo presentarse como dos tendencias irreconciliables que
se descubren al analizar la práctica, pero que revelan valores necesarios, o
bien diferencias de interese o motivaciones entre dos o más partes.
Dificultades o limitaciones, aquellas situaciones en que se encuentran ante la
oposición para desarrollar las actuaciones deseables de instancias que no se
pueden modificar o influir desde la actuación directa e inmediata, lo cual
requeriría una actuación a largo plazo, como es el caso de ciertas inercias
institucionales o formas de organización.
Fase II: Diagnostico: una vez que se ha identificado el significado del
problema que será el centro del proceso de investigación, y habiendo
formulado un enunciado del mismo, es necesario realizar la recopilación de
información que permitirá un diagnóstico claro de la situación. La búsqueda de
información consiste en recoger diversas evidencias que permitan una
reflexión a partir de una mayor cantidad de datos. Esta recopilación de
información debe expresar el punto de vista de las personas implicadas,
informar introspectivamente sobre las personas implicadas, es decir, como
viven y entienden la situación que se investiga. En síntesis, al análisis reflexivo
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Arbitrado
que se persiguen, se está en condiciones de visualizar el sentido de los