cada vez fui más irresponsable, menos preocupado y aportativo, y negativo
para el grupo, tanto como la visión que ellos tienen de mí, como consecuencia
conseguí un mal cartel propio y el desagrado hacia mí de parte de mi grupo…
En otro caso, un estilo inicialmente colaborador, se vuelve evitativo e
incluso indiferente a la disolución del grupo: Finalmente, el grupo se comenzó
a desarmar, sus lazos se fueron desfigurando por diferencias individuales que
en un principio no influenciaron el desempeño grupal, pero que a la larga
terminaron por destruir y afectar el desempeño colectivo.
En otro grupo, se observó una evolución desde rasgos colaborativos a
estilos competitivos, como los de la siguiente alumna:
- En mi grupo me sentí al principio muy apoyada con ellos, nos llevábamos
todos bien, se veía que a futuro íbamos a tener buenos trabajos, no como los
otros grupos que nadie ni sabía con quién estaba, éramos unidos. Pero en la
medida que se iban dando más trabajos grupales, nadie tomaba la iniciativa
de poder hacer los trabajos, siempre había excusas para empezar algún
trabajo, era muy complicado juntarnos. Igual me sentía súper molesta en el
sentido que parecía mamá detrás de todos junto con otra compañera, quería
poder desarrollar bien los trabajos, pero sentía que no tenían ganas de estar.
Finalmente, también destaca la experiencia de alumnos que,
asumiendo actitudes colaboradoras de modo inicial como estrategia principal
de inserción dentro del grupo, fueron validados como líderes negociadores:
- Al principio como todo grupo siempre hay personas que no van acorde
con nuestro ritmo y que no desean trabajar, aun así, algunas trataron de
ayudar, y las que no, solas fueron dejando el grupo. Me sentí cómoda al saber
que entre todos hay un gran respeto en cuanto a mis opiniones, tiempos de
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Arbitrado
de los trabajos me empezó a parecer cada vez más tedioso aportar al grupo,