terceros interesados, bien sea a nivel empresarial, a nivel corporativo o a nivel
del sector empresarial, según sea el caso (Krivstov, 2014c, pág. 31).
El ambiente externo consta de tres dimensiones o patrones
subyacentes identificados para evaluar y entender el concepto de ambiente
externo de manera sistemática, denominadas Munificencia, Dinamismo y
Complejidad (Njoroge, et al., 2016d, pág. 42). La munificencia se refiere a la
escasez o abundancia de recursos disponibles en un entorno, y demandados
por una o más empresas que operan en un mismo ambiente (Gathungu, Aiko
y Machuki, 2014). El dinamismo alude a la naturaleza siempre cambiante del
ambiente externo, lo cual puede transformar el propósito de la empresa y el
entorno en el que opera (Machuki y Aosa, citado por Njoroge et al., 2016e,
pág. 42) y se compone de numerosas variables tales como la velocidad en la
que el entorno está cambiando (estable-turbulento) y predictibilidad
(predecible-impredecible). Y la complejidad se evalúa a través del número de
cuestiones que las organizaciones deben abordar en los diversos aspectos
ambientales y si esas cuestiones son similares o diferentes entre sí (Njoroge
et al., 2016f, pág. 42).
2.2. El Desempeño Financiero
El Desempeño Financiero puede ser interpretado como la medida de
qué tan bien la empresa logra sus objetivos financieros. Muchos
investigadores insisten en que las medidas financieras son las más razonables
para medir el desempeño de una empresa (Affes, 2016a, pág. 1).
Los ingresos y las utilidades son variables importantes para medir el
desempeño financiero de una empresa. Al contrastar la utilidad con los
ingresos, los activos y el patrimonio de la empresa se obtienen las medidas de
rentabilidad. Las medidas tradicionales de rentabilidad para comparar el
desempeño financiero entre las empresas han sido el Retorno sobre la
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Artículo Arbitrado
subcontratistas, clientes, inversores, acreedores, competidores y demás