Se observa que, los docentes en la actualidad se encuentran bajo un
constante bombardeo de información para lograr el verdadero reto educativo,
inmerso con nuevas tecnologías y teorías que le obligan a mantenerse
actualizados; para así poder llevar a cabo su labor de manera ordenada, con
miras a su transformación.
Por esto, es imperativo un cambio del pensamiento y la praxis
pedagógica porque para afrontar el acto de educar, no se puede prolongar en
el modelo de la disyunción en que se es profesor de un área concreta y de ese
límite no se sale, esto es un concepto errado de lo que significa ser educador.
En este sentido, el tipo de educador encasillado en lo tradicional quedara
rezagado si no rompe con su paradigma.
Además, no puede tener límites ante el proceso educativo siempre tiene
que ir más allá en la búsqueda de los conocimientos e interconexiones de
estos, partiendo desde las múltiples dimensiones del ser y de su contexto, no
obstante, para poder llegar a esto, el docente tiene que conocer y practicar
muy bien las suyas y de esta manera, podrá orientar y dirigir mejor a los demás
que están a su alrededor, en este caso sus estudiantes.
Debe haber por parte del docente una revisión y reflexión interna, quien
debe ser una persona con una mentalidad amplia para dar cabida a los
cambios que se le presenten, además de ser un conocedor del contexto en
que desarrolla su labor de educador, para poder concretar su praxis de forma
significativa tanto para él, como para sus estudiantes de manera libre e
integradora.
Asimismo, dentro de la complejidad de lo complejo, todo profesional de
la docencia debe poseer una clara certeza de su vocación, de que quiere y
tiene mucho que dar y brindar a la sociedad. Es un compromiso ante las
comunidades, el dar sin egoísmos en un todo armónico y de confianza,
estando abiertos ante cualquier intervención o sugerencia que surja en el
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Arbitrado
3. Conclusiones