De allí que Morín (2003b), indica que el pensamiento complejo: “Es la
capacidad de interconectar distintas dimensiones de lo real. Promueve un
enfoque transdisciplinario y holístico, sin abandonar la noción de las partes
constituyentes del todo” (pág. 15). La teoría de la complejidad capta la realidad
como sistema complejo, en sus diversas conexiones, mediaciones y
condicionamientos. Por eso no establece relaciones antitéticas entre orden y
caos, incertidumbre y certidumbre, entre las partes y el todo. Si no lo asume
teniendo conciencia de que son antitéticas, cada uno por separado, pero a la
vez, los unifica, sin convertirlos en un todo, cada elemento conserva su
identidad y unidad.
Ahora bien, la formación del docente hacia la transformación requiere
aprobación especializada, posiblemente de carácter pedagógico, es necesario
considerar que las políticas institucionales, el aseguramiento de la calidad que
potencie aquellas que promuevan el desarrollo profesional del docente, a lo
largo de su carrera, por ello, dado que en este momento las universidades
deben desarrollar un escenario orientado a potenciar la formación pedagógica
y el desarrollo profesional del profesorado como una estrategia fundamental
para mejorar la calidad de la enseñanza. El docente en su práctica cotidiana,
integra distintos saberes desde esta perspectiva, el saber docente está
formado por una mixtura más o menos coherente de saberes curriculares y
experienciales.
Estas consideraciones según investigadores como García (2007),
señala que “la práctica docente no sólo es un objeto del saber de las ciencias
de la educación sino también una actividad que teoriza, diversos saberes que
pueden llamarse pedagógicos, los cuales se presentan como doctrinas por la
práctica educativa” (pág. 57). Ampliando el término, las reflexiones personales
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Arbitrado
Constituye un tejido de eventos, acciones, interacciones,
determinaciones, azares que integran y constituyen nuestro
mundo fenoménico. (Pabón y Serrano, 2011b, págs. 647- 648).